Yefer Vega
Para iniciar esta columna debo agradecer la generosa hospitalidad de nuestro periódico, el DIARIO DEL HUILA, y la cálida atención suya, amigo lector. En esta columna circularán temas que merecen esmerada atención y que comúnmente se encubren con el telón de la indiferencia.
La mujer, desde remotos tiempos, ha padecido la opresión del machismo dominante y nuestro país ha heredado como un comportamiento desafortunado, de ahí se desprende la violencia de género, que hace muy poco, era considerada como un asunto de familia que debía resolverse a puerta cerrada.
En estos tiempos de confinamiento por la pandemia del COVID- 19, la cual ha generado estrés, crisis psicológica, económica y social, ha causado además un aumento desalentador de violencia de género, muchos de ellos a manos de sus ex parejas, parejas y personas del círculo cercano, al punto de registrar el Observatorio Feminicidios Colombia, 359 casos en el país, durante el año 2020.
Estoy seguro que la situación no se reduce tan solo a cifras, el tema es más delicado, ya que el miedo, la falta de garantías e interés en las denuncias, la carencia de lugares adecuados que permitan el respeto a la intimidad de las víctimas, así como la ausencia de un equipo humano especializado para atender este tipo de situaciones, y un sistema judicial ineficiente e ineficaz, son el pan de cada día, así lo más dramático que ocurre cuando la mujer decide denunciar nos damos cuenta entonces, que en nuestra justicia “no pasa nada”.
Por otra parte, existen situaciones de violencia introyectadas en la sociedad que no le ha permitido hacer eco en los estrados judiciales, porque muchas veces son motivo de burlas, y no se ha entendido que para llegar a un acto de feminicidio, se recorre por un ciclo profundo de actos de violencia y discriminación que se traducen en actitudes psicológicas hostiles, bromas hirientes, acusaciones falsas, comparaciones simbólicas, reclamos patrimoniales, acoso sexual callejero y conyugal, y otras causas que preceden al feminicidio.
Nos precisa entonces un mayor interés en desarrollar las rutas de atención efectivas que garanticen los canales de denuncia y restablecimiento de la confianza para que la mujer sienta respaldo y garantías por parte del Estado frente a la protección de su integridad, dignidad y libertad.
La mujer, es digna de todo el respeto, de toda la consideración por parte de la sociedad cómo pilar fundamental de vida entre nosotros.
