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Guerra comercial entre Europa y China por los vehículos eléctricos

Jul 4, 2024

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Santiago Ospina L.

Hace un par de meses, divagando por las redes sociales, me topé con una innovación que me dejó boquiabierto: los nuevos vehículos eléctricos de Xiaomi.

La empresa china, que hasta hace poco se dedicaba exclusivamente al mercado de smartphones, presentó ante el mundo su primer modelo deportivo SU7 que replica el diseño del Porsche Tycan y la tecnología interna de Tesla Model 3.

Al indagar sobre el precio de venta de este modelo, que ronda los 43 mil dólares, comprendí que la entrada de China al mercado de vehículos eléctricos causará una revolución sin precedentes en la industria automotriz.

Uno de los mercados más preocupados por estos avances en innovación es el europeo, y la intranquilidad no viene precisamente de las empresas del sector automotriz, sino del mismísimo Parlamento.

Se estima que 13 millones de europeos subsisten gracias al sector automotriz liderado por empresas como Volkswagen, BMW, Renault y Mercedes-Benz, y si la cadena de producción de estas empresas aumenta su participación fuera de Europa, la tasa de desempleo de la Comunidad podría verse afectada drásticamente.

En consecuencia, la Comisión Europea impuso un arancel de importación para todos los vehículos eléctricos provenientes de China, que puede alcanzar hasta el 38%, cifra adicional al 10% ya existente.

La Comisión basa su decisión argumentando que las empresas chinas reciben subsidios del Estado que les permite ser más competitivas que las europeas, y como era de esperarse, el malestar en China ha sido enorme.

El gigante asiático, en respuesta, amenaza con gravar aún más las importaciones de dos industrias clave para Europa, la agrícola y la aeronáutica.

Europa se encuentra en la encrucijada de aceptar un jaque a las proyecciones sostenibles de su industria bandera, o entrar en guerra comercial con un aliado necesario, del cual dependen las cadenas de suministro de gran parte de sus empresas.

A pesar de que Europa busque garantizar la igualdad de condiciones velando por la protección de sus industrias, su economía y tasa de desempleo, creo que imponer aranceles adicionales tan altos es una medida equívoca tanto para los intereses del ciudadano europeo, que experimentaría un aumento considerable en miles de productos, como para el mismo sector privado, que vería afectados sus costos de producción por interrupciones en las cadenas de suministro, la mayoría operadas desde China.

Esta guerra comercial afectaría también a los agricultores europeos, quienes, sufriendo un aumento en sus costos arancelarios, entrarían en desventaja ante competidores como África y Medio Oriente, perdiendo una valiosa cuota ante un mercado que se proyecta como el principal cliente de sus productos agrícolas.

Ante este dilema, ¿cómo podría Europa mantener sus relaciones comerciales y precios accesibles para sus ciudadanos sin damnificar a una de sus industrias insignia?

Sin duda las dos partes deberán sentarse a renegociar sus acuerdos comerciales, y en este capítulo, los incentivos fiscales y subsidios para la I+D de la industria automotriz europea jugarán un rol fundamental para los intereses de ambas partes. 

Con el aroma de un café Entorno, los saludo,

Santiago Ospina L.

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