Mientras se acercan las elecciones regionales que se desarrollará el próximo domingo 29 de octubre, que permitirán elegir a los nuevos gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y ediles, se empiezan a estructurar las denominadas bodegas clandestinas financiadas por empresas electoreras, que permiten irradiar miles de mensajes con noticias falsas, con el fin de desprestigiar a sus rivales, afectando su buen nombre y buscando ridiculizarlos en el ambiente electoral con los demás candidatos. Desafortunadamente los colombianos somos espectadores a través de algunos medios de comunicación, redes sociales y otros órganos de divulgación de noticias falsas o Noticias falsas, como se conocen popularmente en el escenario internacional. En muchas ocasiones han propiciado una serie de acontecimientos con consecuencias terribles. Producto de los intereses de poder, político y económico, se ponen en tela de juicio, la legitimidad de un gobierno, promover el ascenso o descenso de la imagen de algunos personajes de la vida pública, torcer la voluntad del constituyente primario, entre otros objetivos malsanos.
Recientemente en nuestro departamento se han difundido algunos episodios detestables, de lo que muchos entendieron, como un ataque cibernético a las redes sociales, que vuelve a poner sobre la agenda electoral, el espinoso tema del impacto de las informaciones que circulan en el ecosistema digital en contextos de profunda agitación social y episodios de violencia. Inclusive han permeado la imagen de la administración municipal de Neiva, con el fin de desfigurar su accionar gubernamental, con noticias falsas, que son aprovechadas por sus contradictores para magnificarlas y difundirlas de maneral mal intencionada en el ambiente virtual.
Más allá de la inquietud general sobre el daño que estos contenidos pueden hacer a la democracia y al tejido social en un espectro amplio, que va desde la injuria y la calumnia, pasando por múltiples y variadas violaciones de la ley, hay que ser claros en que esta preocupación, sobre todo en lo que concierne al Estado, debe llevarlo a revisar y mejorar la comunicación sobre campañas destinadas a combatir las noticias falsas, de lo contrario se corre el riesgo de desvirtuar su sentido inicial. En estos esfuerzos de las instituciones, la claridad y la transparencia son elementos esenciales.
Esta situación no se puede permitir que se presente en el Huila. Hay que ser más objetivos. Se hace un llamado al consumo de información que emane de sitios confiables, al tiempo que se debe emprender una campaña para erradicar las falsas noticias. No se debe auspiciar la proliferación de la desinformación que ha llegado a dimensiones insospechadas en la era digital. Hoy más que nunca hay la necesidad de desarrollar nuevas competencias para moverse con criterio y estar a salvo de los engaños malintencionados en internet. Estas mentiras disfrazadas de actualidad, se volvieron la preocupación del mundo entero y la amenaza más notoria para la democracia.
