Diario del Huila

Hablemos del Esmad

Sep 22, 2022

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Prisma

Por: Luis E. Gilibert

Para hablar del escuadrón móvil antidisturbios es necesario hacer un poco de historia, pues este recurso utilizado para encausar los disturbios ciudadanos aparece unido al devenir profesional del policía, que se ha desarrollado de acuerdo con las necesidades y cambios en el comportamiento ciudadano. Ante alteraciones del orden público aparece el Esmad, vilipendiado o ensalzado según el resultado de su intervención, la que es incierta por existir factores que juegan papel preponderante en el desarrollo de los hechos y por lo cual es válido hacer un resumen de su trayectoria.

Las protestas de diferente índole han hecho presencia en nuestra sociedad de tiempo atrás, existiendo mil anécdotas sobre este tipo de expresiones democráticas, a favor o en contra de disímiles aspectos, gubernamentales, patronales, comerciales, sin faltar los estudiantiles y otros más, que se escapan a la memoria.

La Policía Nacional desde su fundación ha debido encarar estas muestras de libertad y democracia que, en no pocas oportunidades manejadas por agitadores profesionales, acompañados de oscuras intenciones, desencadenan tumultos agresivos y violentos. Por tanto, los gobiernos y autoridades institucionales debieron evolucionar en el manejo de estos movimientos convertidos en revueltas, dotando la institución de herramientas para dar un trato profesional a las alteraciones del orden.

En un principio cada estación de policía contaba con escuadras preparadas para este servicio, extraídas de la vigilancia por escasez de personal, pasando a formar las secciones antidisturbios que evolucionaron hasta la Fuerza Disponible, unidad especializada y adecuada para enfrentar estas responsabilidades. Para ello la dotó de tanquetas, escudos y cascos y se impartió instrucción estricta sobre formaciones antidisturbios, practicadas y ejecutadas por señas convencionales. Siguió el manejo y empleo de gases, al igual que refuerzo psicológico, buscando templar el carácter y control de los hombres destinados a este componente, donde se fue visualizando una unidad que, a más de capacitada operativamente, tuviera una clara concepción del límite de sus posibilidades y actuación ante al ciudadano rebelde, apasionado o dirigido por fuerzas extrañas. Es decir, incubar la observancia por los derechos humanos.

Nacía así el Esmad, con entrenamiento permanente, asistencia profesional en diferentes disciplinas, ayuda técnica y equipamiento espacial con el fin de poder controlar eficientemente la ciudadanía desbordada en protestas, empleando el menor componente de fuerza a cambio de contar con equipo capaz de resistir la agresión, evitando llegar a respuestas violentas por parte de las unidades del orden. Estos objetivos se han cumplido, de eso da fe la ciudadanía de bien que ha observado cómo se ataca, injuria y ofende a estos defensores del orden. Sin embargo, existen situaciones donde se deben aprehender revoltosos y ese momento juega en contra del Esmad, pues la detención demanda contacto físico y el amotinado lo repele, obligando el empleo de fuerza, un escenario aprovechado para desdibujar a estos hombres que defienden vidas, bienes y haciendas de compatriotas desprotegidos, a cambio de comprensión y respeto.  

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