En el desierto de La Tatacoa científicos descubrieron un fósil de hace 13 millones de años, revelando la presencia de las temidas aves del terror. Este hallazgo, el primero de su tipo en el trópico de las Américas, ofrece nuevas claves para entender la fauna del Mioceno Medio.
DIARIO DEL HUILA, PRIMER PLANO
Por: María Camila Mosquera M.
Un equipo de científicos ha desenterrado en Colombia el fósil de una impresionante “ave de terror”, un depredador gigante que habitó la región hace más de 10 millones de años. Esta especie, perteneciente a la familia de los Phorusrhacidae, era un cazador formidable que llegó a medir hasta 3,6 metros de altura, convirtiéndose en uno de los depredadores más temidos de su tiempo. Este descubrimiento, llevado a cabo en el desierto de la Tatacoa en Huila, ofrece nuevas perspectivas sobre la evolución y el dominio de estas aves no voladoras en los antiguos ecosistemas de América del Sur.
El fósil hallado corresponde a un hueso de la pata de una de estas aves gigantes, y tras un análisis detallado, se confirmó que pertenecía a un individuo que superaba el tamaño promedio de sus parientes en otras regiones del continente. Según Siobhán Cooke, profesora de anatomía funcional y evolución de la Universidad Johns Hopkins y coautora del estudio, esta ave tenía características adaptadas para correr y era capaz de alcanzar velocidades de hasta 50 kilómetros por hora. Su poderoso pico en forma de gancho y su tamaño imponente la convertían en un depredador dominante, capaz de cazar grandes mamíferos y competir con otros grandes carnívoros.
Un superdepredador en los ecosistemas del Cenozoico
Con cuerpos esbeltos y adaptaciones únicas para la caza terrestre, las aves del terror dominaron Sudamérica durante la era Cenozoica, coexistiendo con grandes mamíferos y otros depredadores. La pieza fósil encontrada en la Tatacoa, un fragmento de la parte inferior de la pata, muestra señales de haber sido mordida, posiblemente por un Purussaurus, un cocodrilo gigante de hasta 9 metros de largo que habitó la región. Este descubrimiento indica que incluso estas aves imponentes podían convertirse en presa de otros gigantes de su entorno.
Las aves de terror se extendieron por diversos continentes a lo largo de su evolución: aunque el registro fósil más abundante se encuentra en Sudamérica, restos de estas criaturas también han sido hallados en América del Norte y la península antártica. Los fósiles encontrados en Colombia proporcionan información sobre cómo estos depredadores se adaptaron a diferentes ambientes y cómo los ecosistemas sudamericanos del pasado contaban con una diversidad notable de especies gigantes.
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El desierto de la Tatacoa: un tesoro paleontológico
El desierto de la Tatacoa, donde se encontró el fósil, ha sido un sitio crucial para el estudio de especies prehistóricas en Colombia. Conocido por su abundancia de fósiles, en particular de la fauna del Mioceno, este desierto habría sido en aquel entonces un entorno muy diferente, con ríos y zonas de vegetación densa. La pieza fósil, denominada MT – 0200, ha sido custodiada por el Museo La Tormenta durante varios años antes de ser sometida a estudio en colaboración con el Centro de Investigaciones en Ciencias de la Tierra (Conicet) de Argentina.
César Perdomo, uno de los investigadores, señaló que este descubrimiento añade información clave para comprender la estructura de las comunidades de vertebrados de aquel período y sugiere que estas aves eran los depredadores más temibles de las paleocomunidades tropicales. Los científicos apuntan a que la presencia de este fósil en el norte del continente contribuye a completar el panorama de la distribución geográfica de los Phorusrhacidae.
Características únicas de un depredador extraordinario
Las aves del terror no solo sobresalían por su tamaño, sino también por su estructura física y sus habilidades cazadoras. Contaban con cuerpos adaptados para moverse rápidamente en tierra, patas largas y un cráneo robusto que albergaba un pico enorme en forma de gancho, herramienta esencial para la caza. Los ejemplares más pequeños de esta familia de aves no voladoras alcanzaban el tamaño de un perro grande, mientras que los más grandes podían superar los tres metros de altura y llegar a pesar más de 350 kilos, similares al tamaño de un tigre siberiano.
El análisis detallado del hueso hallado en la Tatacoa reveló que, con una altura estimada de 3,6 metros, el espécimen encontrado es uno de los más grandes de esta familia. Los estudios sugieren que, con esta masa corporal, estas aves habrían tenido una gran ventaja sobre otros depredadores, consolidándose como uno de los superdepredadores de su época. Su habilidad para recorrer largas distancias y su capacidad de adaptarse a diferentes tipos de hábitats contribuyeron a su éxito evolutivo durante millones de años.
Los descendientes actuales: el legado de las aves del terror
Aunque las aves del terror se extinguieron hace unos dos millones de años, aún existe un pariente cercano en Sudamérica: los seriemas. Estas aves modernas, aunque mucho más pequeñas y menos imponentes, conservan ciertas características de sus antepasados y ofrecen un vistazo a la estructura y el comportamiento de las aves del terror. Los seriemas pesan entre 1 y 2 kilogramos y, aunque son significativamente más pequeños, recuerdan a las grullas y tienen hábitos de caza en tierra.
La extinción de las aves del terror se atribuye a la competencia con los grandes felinos y otros depredadores emergentes, así como a los cambios climáticos y de hábitat que ocurrieron en Sudamérica durante el Pleistoceno. Con el tiempo, el continente fue testigo de un cambio drástico en su fauna y flora, que culminó con la desaparición de estas especies gigantes.
Implicaciones del hallazgo y futuras investigaciones
El descubrimiento de este fósil en el desierto de la Tatacoa no solo amplía nuestro conocimiento sobre la biodiversidad del pasado, sino que también contribuye a nuestra comprensión sobre los patrones de evolución y adaptación de las especies en el continente. Este hallazgo representa un paso adelante en el conocimiento de los Phorusrhacidae y su papel en los ecosistemas prehistóricos.
Los investigadores esperan que futuros estudios en el área puedan revelar más fósiles y detalles sobre la coexistencia de estas aves con otras especies, como los cocodrilos gigantes y mamíferos de gran tamaño.
La Venta
La Venta, ubicada en el desierto de la Tatacoa en el departamento de Huila, Colombia, es uno de los yacimientos paleontológicos más importantes de América del Sur. Este sitio alberga un registro fósil que se remonta a más de 12 millones de años, proporcionando un vistazo invaluable a la biodiversidad de Sudamérica en el período Mioceno.
El clima árido y el suelo del desierto han preservado restos de especies extintas, como grandes mamíferos, reptiles y aves gigantes, entre ellas los «pájaros del terror» o Phorusrhacidae. En La Venta, los paleontólogos han desenterrado fósiles que sugieren un entorno repleto de ríos y humedales, muy distinto al paisaje árido actual. Estos descubrimientos han ayudado a reconstruir cómo era el ecosistema, revelando que, en el pasado, la región era un hábitat ideal para numerosas especies, entre ellas depredadores de gran tamaño.
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