Gloria Camargo
En Colombia, el derecho reconoce siete tipos de familias, pero muchas personas consideran que tener mascotas compartidas en relaciones interpersonales genera un vínculo que hace al animal un miembro más del núcleo familiar. Esto implica que, en muchos casos, se trata al animal como si fuera un hijo.
Sin embargo, tanto tener un hijo como adquirir una mascota representa un incremento en el gasto familiar. Según una investigación de Bbva Research, los costos asociados a tener un niño de hasta tres años de edad suben un 10% respecto a las familias que no tienen un bebé. Por su parte, un sondeo realizado por un diario local mostró que los primeros cinco años de vida de un niño podrían representar un gasto de hasta $152,6 millones, mientras que tener un perro en ese mismo periodo costaría más de $55 millones.
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Durante el primer año de vida de un bebé, los costos están entre $12 y $18 millones, considerando factores como pañales, elementos de aseo, alimentación, controles médicos, moda y calzado, lo cual resulta muy costoso para los infantes.
La siguiente etapa tiene que ver con la escolaridad, en la que se incluye la pensión de un jardín que, para una familia de estrato alto, puede ser de $1,3 millones. Si la jornada es de tiempo completo, se requiere de onces y almuerzo, que mensualmente puede estar en unos $240.000, así como un transporte que puede superar los $380.000, dependiendo del trayecto. Además, se tienen en cuenta los gastos en uniformes, que pueden alcanzar hasta los $4 millones en los primeros cinco años de vida.
En cuanto a los costos de tener una mascota, un sondeo de un diario local arrojó un valor promedio de $11,2 millones. Este costo no se limita a la alimentación, ya que existen diferentes servicios especializados para la mascota, como los exequiales, seguros de vida, guardería, hotelería y escuelas, entre otros, que, aunque fueron diseñados para humanos, ya están disponibles para perros.
En conclusión, tanto tener un hijo como una mascota implica un incremento en el gasto familiar, siendo el costo de tener un hijo mucho mayor que el de tener una mascota. Sin embargo, el amor y el cariño que se le da a un hijo o a una mascota no tiene precio y es algo que no se puede medir en términos monetarios.