Por: Harold Salamanca
En próximos días, y a partir de las recomendaciones de la Comisión de Expertos en Beneficios Tributarios, el Gobierno Nacional iniciará el trámite de la tercera reforma tributaria que se presenta en el periodo del actual Presidente, hecho que deja en evidencia que las anteriores reformas no fueron estructurales sino coyunturales. Aunque no se ha socializado el documento final, se ha conocido por el propio Ministro de Hacienda, que por medio de la reforma se pretende recaudar $25,4 billones de pesos, algo así como el 2,5 del producto interno bruto (PIB).
Uno de los puntos calientes de la mentada reforma ha sido el tema del IVA. Esto en atención a la recomendación hecha por la Comisión de Expertos en torno a la cautela que habría que tener, al no llevar a cabo modificaciones a este impuesto, sin que se tenga plenamente identificado un mecanismo claro y equitativo de devolución a las personas más vulnerables. Al ser el IVA un impuesto que tiene implicaciones directas en la canasta familiar, su protagonismo como fuente de mayor recaudo en la reforma ha tenido que ser menguado, contrario a lo que esperaba el Gobierno, dejando muy poco margen de maniobra.
Otro tema que llama la atención es que se aspira recaudar $14 billones de pesos de las personas naturales, ampliando la base para declarar y pagar, disminuyendo el umbral (aclarando que una cosa es declarar, y otra muy distinta es pagar). Este recaudo concentrado en ampliar la base para pagar renta generaría un recaudo ínfimo, y afectaría de forma directa un gran porcentaje de los 22,5 millones de ocupados que según el DANE hay en país. También vale la pena revisar la propuesta de establecer de forma permanente el impuesto al patrimonio, pues esto estimularía la migración de capitales a paraísos fiscales, y restaría credibilidad al Gobierno, por la reciente amnistía que se otorgó hace unos meses para legalizar, declarar y pagar capitales no declarados en el exterior.
Es precisamente por la situación fiscal en la que nos encontramos, que veo necesaria un reforma tributaria estructural, pero también veo necesario hacer un viraje en la política social, que está centrada exclusivamente en la entrega de subsidios. El país debe apostarle a nuevas estrategias para hacerle frente a las dificultades económicas. Así por ejemplo, se requiere reactivar la demanda interna generando mayor flujo de ingresos a la población, y para ello se estimular la generación de nuevos empleos.