Por: Carlos Tobar
Una obligación y un derecho es el acto de participar en las elecciones presidenciales del próximo domingo. Como ciudadano la responsabilidad es ayudar a escoger la mejor persona para que dirija los destinos de la nación colombiana. También lo es ejercer un derecho que por muchos años pelearon nuestros ancestros, el derecho constitucional de elegir y ser elegido.
Por estas y muchas razones más el domingo, “llueva, truene o relampaguee”, hay que acudir a las urnas. No podemos dejar que otros decidan por nosotros. Sería una irresponsabilidad que, además sale muy cara.
En esta primera vuelta presidencial hay todo tipo de candidatos para escoger. Así que, no hay disculpa. Pero, si aun así no le llena sus aspiraciones ninguno, tiene la opción del voto en blanco.
Las opciones son variopintas: desde el continuismo de Federico Gutiérrez, el candidato de las fuerzas políticas tradicionales que han gobernado el país por décadas y son los responsables de las carencias sociales y económicas de la mayoría ciudadana; pasando por Gustavo Petro, un candidato populista que ha recogido la insatisfacción de muchos sectores sociales víctimas de las políticas equivocadas y antinacionales de las élites en el poder, pero que en su afán de llegar a la presidencia está ofreciendo “ríos de leche y miel”, en un país con recursos limitados y talanqueras difíciles de superar; o Rodolfo Hernández, un exalcalde de Bucaramanga que ha levantado como bandera la lucha contra los corruptos, una propuesta simplista que no contempla la inmensa complejidad de los problemas del país. Finalmente, está la propuesta de Sergio Fajardo, un exalcalde y exgobernador de Medellín y Antioquia, que ha logrado consolidar un programa serio, aterrizado a la realidad actual del Colombia, con sus retos internos e internacionales bien definidos.
En esta propuesta de Fajardo, que fue liderada por él, con personas de alta valía profesional como José Antonio Ocampo, Salomón Kalmanovitz, Moisés Wasserman, y 150 intelectuales de las más altas calidades, estudiosos por décadas de la situación nacional, de las potencialidades y oportunidades del país, es una garantía para una ciudadanía ávida de soluciones serias para sus necesidades y aspiraciones.
Pero, la razón fundamental por la que apoyaré a Fajardo es su capacidad de unir a los colombianos: un país arrinconado por la violencia y la polarización debiera darse esta oportunidad.
En Colombia, nuestra cultura política nos ha llevado, casi siempre a elegir a nuestros representantes por factores emocionales más que racionales. Decisiones como estas deben ser pensadas muy bien, porque de ella depende el futuro seguro de nuestras familias. Yo lo he pensado por semanas, de manera juiciosa y votaré a conciencia por Sergio Fajardo.