El crimen organizado sigue sin dar tregua en el territorio huilense. Si bien en los últimos días la policía ha logrado desarticular peligrosas bandas de atracadores, no ha ocurrido lo mismo con otro grupo de antisociales que tienen en jaque a la ciudadanía. Estos sujetos se mueven en grupos de hasta seis o más personas, lo hacen en motos de alto cilindraje y vehículos; asaltan a plena luz del día, siguen a sus víctimas, detectan el momento propicio para hurtarle sus pertenencias y las amenazan de muerte, no importa que èstas estén con sus familias, como lo han contado varias víctimas. Los transeúntes a cualquier hora del día o de la noche, son sujetos para padecer atracos, y con el riesgo de ser asesinados. No interesa la edad: menores, adultos y personas de la tercera edad, corren el riesgo en cualquier lugar de ser afectados por estos depravados sociales, que no respetan la vida, ni los bienes materiales que poseen.
En lo que va corrido del año, 17 menores de edad han sido asesinados en el Huila. Èstos no escapan de la oleada delictiva por la que atraviesa el departamento. Esta cifra superó en siete los niños muertos en manos de la delincuencia, en comparación con el año anterior. Estos casos están asociados con el sicariato, que es producto de las vendettas que se han conformado para el negocio del narcotráfico. Las autoridades han logrado evidenciar el actuar delictivo de estas organizaciones, que instrumentalizan a los menores de edad para cometer delitos, derivando así los enfrentamientos, riñas y sicariatos, que, en la mayoría de los casos, terminan en homicidios, donde las víctimas no superan los 17 años.
Hay que destacar el actuar de las autoridades, que permanentemente están desarrollando campañas de sensibilización en las instituciones educativas y en las comunas de los municipios, pero desafortunadamente, esta racha de crímenes sigue en aumento. Están desbordando la capacidad de respuesta del accionar interinstitucional. Este fenómeno criminal, está ocurriendo en todo el territorio nacional. Por este motivo estamos en desacuerdo con la iniciativa del gobierno nacional de legalizar la producción, comercialización y el libre consumo de sustancias sicoactivas en el país. Mientras en el resto de los países del mundo, están luchando para contrarrestar este flagelo criminal, en Colombia se pretende dar vía libre a este comburente que contribuye a la descomposición social y al fortalecimiento de todas las organizaciones delincuenciales provocadas por el narcotráfico.
La percepción de la gente y las cifras oficiales coinciden en que atravesamos una preocupante etapa de inseguridad que exige respuesta inmediata del Estado. Un avance sinónimo de un consenso creciente sobre algo tan vital para la convivencia como lo es entender, que la vida debe respetarse sobre cualquier consideración o circunstancia.