El proyecto de huertas agrofamiliares está revolucionando las fincas cafeteras de El Pital. En este proyecto fueron seleccionadas 40 mujeres cafeteras, quienes fueron dotadas con las herramientas para cultivar sus propios alimentos. Testimonios como el de Alba Milena López, este proyecto germina un futuro de autosuficiencia y prosperidad para las familias campesinas.
Por: Gloria Camargo
En las imponentes montañas que albergan a los agricultores del Huila, donde se despliegan interminables campos de café y frijoles como un tapiz verde, surge una iniciativa revolucionaria que está transformando la realidad de las comunidades rurales: huertas caseras.
Este proyecto pionero, ubicado en el municipio de El Pital, ha dado inicio seleccionando con meticulosidad a 40 mujeres dedicadas a la agricultura, identificadas a través del Servicio de Extensión de la Federación Nacional de Cafeteros mediante el Sistema de Información Cafetero – SICA. Estas beneficiarias poseen un área mínima de 70 m² para siembras y han demostrado un compromiso palpable con el proyecto desde sus inicios.
Las huertas agrofamiliares, concebidas actualmente como un faro de sostenibilidad, han cobrado impulso gracias a la visión y determinación de estas mujeres. Maryi Liset Tovar, Representante al Comité Departamental de Cafeteros, destaca que esta iniciativa, respaldada con recursos del Fondo Nacional del Café, está tejiendo las raíces de la seguridad alimentaria y la prosperidad en las fincas cafeteras de la zona.
“Detectamos una brecha crítica a nivel departamental, donde las familias cafeteras estaban desconectadas de sus fuentes de alimentos. Queríamos cambiar este paradigma y fomentar una relación más íntima con la tierra y los cultivos en nuestras fincas”, subraya Tovar, recalcando la responsabilidad y el sentido de pertenencia de estas mujeres en la iniciativa.
Añade que “ellas aportaron la mano de obra y nosotros proporcionamos las semillas, los insumos y la malla. Afortunadamente, han demostrado un compromiso excepcional, cultivando productos para su consumo y algunos otros que ahora venden con éxito en la galería municipal”.
Por lo cual, este proyecto no solo está generando un impacto positivo en la seguridad alimentaria de las comunidades rurales, sino que también está fortaleciendo la economía local al abrir nuevas oportunidades comerciales para las mujeres cafeteras comprometidas con la tierra y el desarrollo sostenible.
Hacer mercado en casa
Los testimonios palpables de transformación emergen de las voces de las mujeres involucradas. Alba Milena López, residente de la vereda Carmelo parte alta del El Pital, comparte su testimonio al afirmar que «desde hace dos décadas, no he comprado una sola mata de cebolla. Mantengo mi huerta con zanahorias, habichuelas, maíz, frutas y mucho más. Incluso mis animales se benefician, ya que estoy criando mis propios pollos. No necesito comprar pollo a nadie; me he vuelto autosuficiente».
La colaboración activa del Comité de Cafeteros del Huila, respaldada por la guía del extensionista Lucio Yamid Ramírez Cantillo, ha resultado ser esencial para el éxito continuo del proyecto. López enfatiza la importancia del profesional, señalando que “ha estado pendiente de que las plantas germinen. Gracias a Dios, todo ha prosperado. Aunque a veces la vida se complica debido a las ocupaciones en casa, otras responsabilidades y el cuidado de mi hijo, siempre estoy atenta a este proceso”.
El proyecto no solo ha generado beneficios a nivel de seguridad alimentaria, sino que también ha tenido un impacto palpable en la economía de las participantes. Alba Milena destaca de manera vívida cómo puede percibir claramente la diferencia en su bolsillo. Explica que esta perspectiva económica es fundamental, ya que muchas personas carecen de una huerta y se ven obligadas a realizar compras, incurriendo en gastos significativos.
“Con tan solo 50.000 pesos, uno puede salir de una tienda con muy pocos productos, ya que los precios son elevados”, menciona Alba Milena. Añade que “gracias a la huerta, puedo ahorrar entre 20.000 y 30.000 pesos al vender cilantro». Estos ingresos adicionales no solo le permiten cubrir necesidades específicas, como la compra de carne o frutas para su hijo, sino que también mejoran notablemente su calidad de vida.
De esta manera, la venta de los productos cultivados no solo representa una diferencia económica, sino que también brinda la posibilidad de mantener parte de su alimentación directamente en la finca, consolidando así un cambio significativo en su situación económica y bienestar general.
Volver a las raíces
Entre tanto, Nidia Castillo, quien forma parte activa de este proyecto piloto en el municipio de El Pital desde la vereda Campoalegre, comparte su experiencia y perspectivas sobre la importancia de las huertas agrofamiliares.
En sus propias palabras, destaca que “para mí, la huerta es un pasatiempo hermoso y una rentabilidad para la canasta familiar. Ahorro mucho, especialmente en cebolla, cilantro y hortalizas. Esto alivia nuestro bolsillo y deberíamos tenerlo todos los que tenemos finca”.
Castillo además reflexiona sobre cómo la oportunidad de tener una huerta transformó positivamente su vida en las fincas Velcas. Agradece al extensionista local que, con generosidad, les brindó la oportunidad de iniciar este proyecto.
“Me ahorro mucho en productos fundamentales en nuestras comidas diarias. Creo que todos deberíamos incorporar esta práctica en nuestras fincas, ya que representa una entrada que deberíamos tener todos los que poseemos tierras”.
Así, por hoy en el Huila, las huertas agrofamiliares no son simplemente parches verdes en las fincas cafeteras; son semillas de cambio que están germinando un futuro más sostenible y próspero. Este proyecto piloto no solo está transformando la realidad de las mujeres cafeteras, sino que también está trazando el camino hacia una comunidad más resiliente y autónoma.
Cada hoja y fruto cultivados en estas huertas son testigos del florecimiento de una nueva era de sostenibilidad y abundancia en las majestuosas tierras cafeteras del Huila.
Sostenibilidad en el hogar
En medio de una sociedad cada vez más consciente de la importancia de la alimentación saludable y la sostenibilidad, las huertas caseras han florecido como una tendencia significativa y transformadora. Más que simples extensiones de tierra, estos ‘oasis’ de cultivo, ya sea en balcones, patios traseros o jardines urbanos, representan una conexión directa con la naturaleza y un medio tangible para asegurar alimentos frescos y saludables en la mesa.
Desde los clásicos tomates y lechugas hasta las aromáticas hierbas culinarias y, en algunos casos, incluso la dulce recompensa de las frutas, estas parcelas se convierten en lienzos fértiles donde la creatividad y la nutrición se encuentran. La variabilidad de opciones de cultivo permite a los cultivadores personalizar sus huertas según sus preferencias, estaciones del año y disponibilidad de espacio.
Lo distintivo de estas huertas es su enfoque consciente en la sostenibilidad y la autosuficiencia alimentaria. Al adoptar prácticas de cultivo orgánicas y métodos que respetan el equilibrio ecológico, los cultivadores caseros no solo garantizan alimentos frescos y libres de pesticidas, sino que también se convierten en agentes activos de cambio hacia un sistema alimentario más sostenible.
Con ello, en el Huila, las huertas caseras son más que simples zonas de cultivo; son semillas de cambio. Al adoptar esta práctica, no solo se cultivan alimentos, sino también un futuro más sostenible y saludable.
Cada pequeña planta es una declaración de independencia alimentaria y un recordatorio tangible del poder colectivo para transformar positivamente nuestro entorno. Y así, a medida que las huertas caseras florecen, así lo hace nuestra capacidad de cultivar un futuro más verde, consciente y resiliente para las generaciones venideras.