No sé si es que yo quiero mucho al Huila, pero es que en realidad, entre más lo conozco, más me enamoro de este hermoso territorio. Por sus múltiples riquezas naturales, por su cultura y tradiciones, por la pujanza de su gente y por la inmensa capacidad de sobreponerse a las dificultades (Resiliencia).
Al escuchar las notas y acordes de la bellísima música colombiana, se siente uno vibrar de emoción, pues cada estrofa describe los paisajes que desde el cerro de Pacandé se comienzan a divisar, con la imponencia de las cordilleras y los verdes vivos que las colorean, que contrastan con el azul celeste del firmamento y el brillo intenso del astro rey.
Más adelante se muestra majestuoso el río grande de la Magdalena que nace al sur de nuestro departamento, bañando, refrescando y fertilizando dadivosamente este territorio, haciéndolo productivo y apto para la ganadería, agricultura, piscicultura y turismo.
El enigmático desierto de La Tatacoa, abre las puertas a turistas y visitantes, que se dejan seducir por esta tierra. Si pasan por Aipe y llegan a Neiva, el Magdalena nuevamente les da la bienvenida y les invita a seguir para que se deleiten con la exquisita gastronomía opita y continúen hacia Rivera para que sus aguas termales y medicinales los acaricien.
Labranzas convertidas en glamurosos hoteles campestres los esperan en Palermo, en donde el contacto con la naturaleza hace que los poemas dedicados a ésta, se conviertan en realidad, mientras el trino portentoso de las aves dedican conciertos interminables desde que comienza el día hasta que culmina la jornada.
Hacia el sur, luego de pasar por los municipios de Campoalegre y Hobo, se llega a Gigante y en todo este recorrido, los paisajes coloridos hacen que cuadros pintados por los mejores retratistas recobren vida, pero ahora con tonalidades imposibles de lograr en un lienzo, pues tienen el toque artístico que solamente el creador puede lograr.
La ruta mágica del café que conecta a la localidad en donde yacen el gigantesco Matambo y su amada Mirtayú, con la Capital Diocesana del Huila, presenta encantadoras fincas colmadas de arbustos que dan origen al nombre de este sendero, en donde se pueden pasar unos días de descanso y relajación inolvidables, degustando el más exquisito café especial.
Si continuamos el paseo podemos llegar a La Jagua, un pintoresco caserío colmado de mitos y leyendas y más adelante parar en Altamira y saborear deliciosos bizcochos de achira, que seguramente despertarán una adicción inexplicable.
Otros municipios como Elías, Saladoblanco, Isnos, Oporapa, Tarqui, Guadalupe y Timaná, están prestos a recibir a quienes deseen conocer cada uno de sus encantos, pues cada una de estas localidades tiene destinos por descubrir y disfrutar.
Luego se llega al valle de laboyos y allí Pitalito espera a quienes quieran disfrutar de su clima y otras bondades, para permitirles dar paso al espectacular Parque Arqueológico de San Agustín, patrimonio histórico de la humanidad.
