Ruber Bustos Ramírez
Desde que tengo memoria, he estado inmerso en el mundo del café. Crecí en una finca en el corazón de la región cafetera de Colombia, donde cada amanecer comienza con el aroma inconfundible de nuestras preciadas plantas de café. A lo largo de los años, he sido testigo de cómo el esfuerzo y la dedicación de nosotros, los caficultores, han llegado a resonar en los rincones más lejanos del planeta.
El personaje de Juan Valdez, acompañado de su inseparable mula Conchita, se ha convertido en un emblema universal del Café de Colombia desde su aparición pública en 1960. Para nosotros, Juan Valdez no es solo un personaje de publicidad; es un reflejo de nuestra identidad y orgullo. Gracias a la FNC, este ícono ha jugado un papel crucial en la promoción de nuestro café en mercados internacionales, consolidando la marca Café de Colombia como un sinónimo de calidad y autenticidad pero detrás de este reconocimiento global, hay un grupo de caficultores que ha trabajado arduamente para hacer realidad este sueño.
Estados Unidos, Japón y Europa han sido nuestros mercados más importantes, pero el café colombiano llega a casi 70 países. Este alcance global es un testimonio del arduo trabajo de caficultores como yo, que cada día dedicamos tiempo, esfuerzo y pasión para asegurar que nuestro grano cumpla con los más altos estándares. La capacidad de nuestro café para penetrar mercados internacionales no solo destaca la calidad del producto, sino también el compromiso y la habilidad de quienes lo cultivamos.
La promoción del Café de Colombia ha sido pionera en la industria global, y nosotros, los caficultores, hemos sido parte esencial de ese éxito. Hemos logrado posicionar nuestro café como un grano excepcional, con características únicas que lo diferencian de otros en el mercado. Este enfoque ha aumentado la demanda y mejorado significativamente nuestros ingresos. Cada taza de café colombiano servida en el extranjero es un reflejo del esfuerzo y la dedicación de los productores que trabajamos detrás de cada grano.
Además de su labor en el exterior, la FNC ha sido una aliada inquebrantable en la gestión interna del sector cafetero. Desde sus inicios, la Federación ha representado nuestros intereses, actuando como coordinadora de la política cafetera tanto en Colombia como a nivel internacional.
Nos hemos esforzado por representar nuestros intereses, coordinando la política cafetera y buscando recursos para nuestras zonas cafeteras. La inversión en nuestros cultivos y la mejora de nuestras condiciones de vida son pruebas del compromiso inquebrantable de los caficultores con el sector.
El trabajo que realizamos, junto con la pasión y dedicación que ponemos en cada etapa de la producción, ha elevado el perfil del Café de Colombia en el mundo. Gracias a nuestro esfuerzo y a la calidad que aportamos, el café que cultivamos sigue siendo un símbolo de orgullo y calidad, no solo para nosotros, sino para el mundo entero.