Ese sentimiento de impotencia, de incertidumbre, de desazón que día a día nos va invadiendo con el fenómeno de la pandemia, especialmente cuando advertimos que en Europa se presenta un rebrote, una reactivación malsana y se adoptan medidas de control severas que nos retornan al ciclo de prevención y de alerta, se confrontan con las políticas nacionales y con la actitud de los colombianos al considerar que se va permitiendo una liberalidad sobre el presupuesto equivocado de la reactivación económica, entre otros.
Alarmante y definitivamente preocupante el hecho de que nuestras autoridades regionales, pongan por encima de los intereses generales y colectivos el interés economicista propio de una sociedad capitalista, donde la supuesta reactivación económica es la premisa de crecimiento económico, antes que la del bienestar social e incluso antes que asegurar el derecho a la vida y el derecho a la salud de los colombianos, como presupuesto garantistas de los derechos fundamentales que se exigen y demandan la preeminencia sobre muchos de los otros derechos.
Da tristeza observar en el panorama nacional, como parte de la delegación internacional en cabeza del señor Presidente Iván Duque Márquez, se observan imágenes que dejan mucho que desear cuando se presentan violando el derecho de los demás, al posar sin tapabocas en conversaciones o al dirigirse a otros altos dignatarios de Estado, que si lo usan, que si lo refrendan en su vida pública y privada.
No entendemos muchos ciudadanos colombianos que sin haber alcanzado el umbral de la vacunación y que pese a ello, desconociendo lo que se viene presentando a nivel internacional, especialmente en los pueblos desarrollados como son muchas de las ciudades europeas, como en Rusia, Alemania, Inglaterra, Francia, Italia y España entre otros, la situación es caótica, crítica y por qué no, de impredecibles consecuencias ante el avance de esta epidemia que nos carcome día a día, o bien por la forma como se habla de otras variantes de la misma.
La exigencia de la presentación del carné de vacunación para la concurrencia a los eventos sociales y en público y con la opción de colmar el ciento por ciento de bares, discotecas, centros comerciales y demás establecimientos abiertos al público, no deja de ser más que un burdo distractor social, que una forma de no garantizar el derecho de los demás a su propio bienestar y no puede ser solo la base para entender y comprender que de esta manera se va a generar una forma de contener el avance y el crecimiento que todos anuncian y que muchos esperan, de esta epidemia.
Hemos sido testigos de la avalancha de ciudadanos que sin el uso adecuado de las normas de bioseguridad se desplazan, concurren a eventos públicos en forma masiva y se presentan incluso por televisión o en público, nos llevan a interrogarnos sobre la eficacia de estas medidas y la forma como podrá servir de base de incremento de los índices de casos en crisis, como se anuncia.
Ya los medios de comunicación empiezan a preocuparse por un incremento que de la noche a la mañana se van anunciando tanto de contaminados como de muertes a nivel nacional, y sin querer ser aves de mal agüero, queremos anticipar que la adopción de las medidas por parte del gobierno nacional y local en cada provincia colombiana, es un riesgo que no podemos aceptar y que no deberíamos tolerar.