Diario del Huila

Incultura sampedrina

Jun 30, 2022

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La gente puede disfrutar de un espacio al que tiene derecho, pero con el que también tiene deberes. Las ciudades son por definición populosas, proveedoras de servicios, caóticas, densas y extensas. Y todas estas cualidades son las que las hacen especiales. Es parte de su encanto y, por ende, resultan tan determinantes en una era que bien podríamos llamar la de la globalización urbana. Pero las ciudades no serían lo que son sin el componente humano: la gente, su diversidad, sus creencias, sus estilos de vida. Saber conjugar lo que ofrece ese espacio de disfrute colectivo, como lo llaman algunos, y lo que aportan aquellos que las habitan, es lo que vuelve a las ciudades especiales y atractivas.

Por estos días, hemos observado como la ciudad se encuentra llena de basuras, una vez terminan los eventos folclóricos, a pesar de que existen un plan de contingencia estructurado por las Ceibas Empresas Públicas de Neiva, quienes con la empresa contratista, empiezan a recoger todos los desechos orgánicos e inorgánicos que quedan a lo largo y ancho de las vías por donde se desarrollan éstos. Desafortunadamente desbordan la capacidad de respuesta de los recogedores. Los negocios y establecimientos comerciales empiezan a sacar y botar las basuras en los horarios no establecidos para tal fin.

Lo anterior está generando un ambiente nada favorable, porque se está deteriorando el paisaje urbano de la capital del departamento del Huila. Cada uno de nosotros, debemos contribuir con nuestra actitud de no arrojar estas basuras a la calle. Debemos ser buenos ciudadanos. Debemos dar ejemplo a los visitantes que por estos días participan de las festividades sampedrinas.  Infortunadamente, no pareciera ser nuestro caso. Por el contrario, el grado de indiferencia y maltrato hacia la ciudad es evidente. Las imágenes que se difunden hacia el entorno a través de las redes sociales y medios de comunicación son costosas, por la incultura ciudadana que se presenta actualmente, provocado por el mal comportamiento de sus habitantes.  

No la podemos convertir en un basurero. Es apenas una muestra de lo que sucede cuando se asume que la ciudad, por ser ciudad, es de todos y de nadie, y erróneamente asumimos que son las autoridades las que deben responder, cuando claramente estamos hablando de recursos que salen del bolsillo de los mismos contribuyentes. Son actos de indisciplina que cuestan y obligan a pensar en estrategias que inviten a la gente a disfrutar de un espacio al que tiene derecho, por supuesto, pero con el que también tiene deberes. Debemos buscar mejorar la calidad de vida de los neivanos y turistas, brindándoles ejemplo con nuestros sanos comportamientos y así darle la importancia de cuidar y proteger al medio ambiente. Con ello enfrentaremos las ya visibles y extremas consecuencias de la crisis climática.

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