La innovación social cada día cobra mayor importancia y actualidad y muchos se atreven a afirmar que esta tiene la llave de la solución a muchos problemas actuales de las comunidades más vulnerables. Las definiciones de qué es la innovación social van desde la más simple” Nuevas ideas (sobre productos, servicios y modelos) desarrolladas para cubrir las necesidades sociales insatisfechas”, hasta la más compleja “Soluciones innovadoras para un problema social, que son más efectivas, eficientes y sostenibles que las soluciones ya existentes, el valor de las cuales repercute principalmente en el conjunto de la sociedad y no en las personas de forma individual “. A partir de las definiciones citadas se pueden destacar tres características principales de la innovación social: en primer lugar, la novedad y la eficacia de la idea; en segundo lugar, su orientación hacia la solución de un problema social (que incluya desafíos sociales, culturales, ambientales, económicos y éticos), y finalmente, la generación de valor colectivo en lugar de valor individual.
La innovación social también puede tener formas distintas. Puede ser un producto, un proceso de producción o una pieza de tecnología; sin embargo, además puede ser una idea, un principio, una nueva legislación, un movimiento social, una intervención o la combinación de todos los anteriores. En ultimas “La innovación social se define como: “Nuevas ideas que funcionan para el bien público”, o esta otra: “Son productos, procesos, artefactos o tecnologías que funcionan y transforman vidas de manera permanente”.
Para conocer de verdad que es y que no es innovación social existen algunos puntos clave: es sostenible: es decir, cuenta con financiación para su funcionamiento a largo plazo, lograda con nuevos modelos de negocio y la combinación de diferentes fuentes de ingreso. También, empodera a las comunidades y las capacita en habilidades de gestión para que, finalizada la intervención, estas puedan continuar por si solas con el proceso. Es escalable y replicable: son modelos que pueden ser fácilmente copiados y replicados en otras comunidades o regiones del mundo, con características y problemáticas similares. Entre mayor sea el alcance geográfico o poblacional, mayor será el cambio social generado, y más innovadora será una idea. Es económico: tiene un coste reducido, ya que la mayoría de las innovaciones sociales están dirigidas específicamente a poblaciones vulnerables o de bajos ingresos. Aunque pueden ser rentables por sí mismos, su objetivo principal es el valor social generado, más que el beneficio económico. Es participativo: parte de la sociedad y para la sociedad considerando que cada persona de la comunidad intervenida puede aportar ideas susceptibles de crear el cambio; es actor de su propio bienestar y no solo un receptor pasivo de beneficios. Está en mejoramiento continuo: no es un producto terminado, a medida que cambian las necesidades, también deben cambiar las soluciones. Las innovaciones sociales rediseñan sus modelos a la vez que el problema original va sufriendo transformaciones. Es transformable en política pública: existen proyectos de innovación social que desarrollan el potencial de articularse con el Estado y eventualmente logra convertirse en política pública o incidir cambios, bien sea a nivel local o nacional.
Finalmente, ¿quiénes pueden ser innovadores sociales? Los innovadores sociales pueden ser personas u organizaciones públicas o privadas. Las organizaciones sociales desempeñan un papel esencial en la generación de ideas y a menudo trabajan en alianzas público-privadas con empresas, gobierno y con las universidades.