Diariamente los medios de comunicación y las redes sociales están difundiendo escenas sobre la desbordada inseguridad que están viviendo las familias colombianas. Por un lado, la delincuencia es creciente. Con el solo anuncio presidencial de que el gobierno nacional les va a pagar a los criminales un millón de pesos para que dejen de matar, se ha convertido en un estímulo para que se conformen bandas delincuenciales, para cometer asesinatos y fechorías en la mayoría de las localidades del país. Ante la ingobernabilidad que actualmente está viviendo el país, por la proliferación de grupos delincuenciales que se han tomado por su cuenta el dominio de algunos territorios del país, se ha empezado a generar una verdadera preocupación de diversos sectores de la opinión pública, que piden a gritos al gobierno nacional para que retomen en control de estas zonas, donde impera la violencia. Desde este medio de comunicación hemos venido siendo reiterativos que cuando se empezó el proceso de debilitamiento de las Fuerzas Militares y de la Fuerza Pública, hecho que ha sido aprovechado por los grupos narcoterroristas para hacer de la suya.
Todos los alcaldes y gobernadores del país le claman al gobierno nacional para que fortalezcan con pie de fuerza a las localidades y regiones. No existe una verdadera voluntad del presidente Gustavo Petro y de su equipo de gobierno para atender este clamor general de la ciudadanía. La misma columna de opinión publicada en el Tiempo el fin de semana, informa que el primer mandatario de los colombianos ha faltado más de 25 días a su trabajo para atender sus compromisos laborales. Parece que viviera en una nebulosa, a espaldas de la verdadera crisis social, económica y política en que se debate la sociedad colombiana. Afirma en su columna que algunas de las situaciones en las que el mandatario ha sufrido retrasos en su agenda internacional y a los incumplimientos a citas con magistrados, alcaldes o empresarios en Colombia, no atiende los compromisos en su agenda presidencial.
Mientras ésto ocurre, las organizaciones narcoterroristas y grupos delincuenciales hacen de la suya. Están desbordando la capacidad de respuesta que tiene el Estado. Los asesinatos de sus integrantes están a la luz del día. Son dantescas y macabras las imágenes de estos hechos criminales. La Fuerza Aérea no puede intervenir por orden presidencial. Los pilotos tienen que bajar a pedirles las cédulas para detectar si son mayores de edad. Y luego proceder. Algo absurdo. Por eso estas organizaciones criminales han cogido ventaja. El país, no necesita solo de mensajes a través de los trinos que publica cada vez que ocurre un hecho de violencia. El gobierno nacional se tiene que apersonar de su accionar gubernamental en la estructuración de políticas públicas que contribuyan a contrarrestar la violencia y la inseguridad insoportable que está corroyendo a las instituciones democráticas del país.