Diario del Huila

Inseguridad total en Garzón  

Feb 11, 2023

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Amadeo González Triviño 

En este proceso generalizado por reconocer los valores y los procesos históricos de lo que equivocadamente algunos presuntos dirigentes regionales llaman el cambio o que utilizan este término para engañar incautos, como sucede en la provincia, me llevó a recordar y evocar como hace muchos años, con ocasión de una sección publicada el 30 de abril de 1975 en el periódico escolar “CUATROTABLAS”, bajo el título de TABLAZOS, se presentaba una queja con rima y con sonsonete, que permanece latente hoy en día y que es la súplica que se va agudizado por la INSEGURIDAD EN LAS CALLES, y en los sectores rurales en forma alarmante y no hay autoridad que valga, como dijo en alguna ocasión el político Álvaro Gómez Hurtado, mientras no haya autoridad, todo será un caos, una hecatombe. 

Se leía en nuestro periódico escolar:  

“No sé qué pasa en Garzón/Hay rateros a montón/Tampoco sé si tendrá razón/Pero el señor comandante/No deja ni un vigilante/De servicio por las calles/Pues, aunque se oigan hayes/Del ciudadano en razón/Que atacado por ladrón/No encuentra a quien suplicarle/Que no lo atraquen en la calle…/Tatata…” 

Esta situación que hoy se conoce con mayor intensidad, afecta los sectores rurales y especialmente las zonas urbanizadas de las veredas aledañas al municipio de Garzón, como sucede en todo el país, donde es frecuente el consumo de estupefacientes, la comercialización de los mismos, y especialmente, el punto central de la delincuencia a mano armada, utilizando toda clase de vehículos y donde no se escapa nadie de estos delincuentes, donde con impotencia, con dolor en el alma, una voz de solidaridad no es suficiente, ya que los daños y la afectación al patrimonio y sobre todo a la confianza en las instituciones y en el otro, se han perdido por completo, es como una forma de regreso a la barbarie, época que considerábamos ya superada en la evolución humana, pero que se agudiza por las desigualdades sociales y por la connivencia con el crimen, con el delito con el caos social que estamos viviendo. 

Alguien sugería que el alcalde Municipal, como comandante de la Policía Municipal es el responsable de tales hechos, pero tenemos que salir en defensa de este funcionario, por cuanto, si bien es cierto, ese papel le corresponde, no lo es menos cierto que este tema, es intrascendente para los propósitos de su gobierno y de su papel que haya de garantizarle una buena solvencia social en el futuro. 

En cuanto tiene que ver con poner en conocimiento tales hechos ante la Policía o los entes de la  Administración de Justicia, no deja de ser más que simples datos o reportes para llevar a los índices del DANE, sobre delincuencia en la región, pero de allí a encontrar una política criminal o una estrategia de seguridad, hay mucho trecho, por todos los fenómenos que son ampliamente conocidos, cuando la corrupción, como mecanismo directriz de la Administración Pública, se codea con la impunidad, con el crimen y con la protección de los generadores de violencia en nuestro medio y detrás de todo eso, el presupuesto de la nación se distrae y termina beneficiando a unos pocos, protegidos por el establecimiento. 

La realidad es una sola: las comunidades, la población, los ciudadanos estamos indefensos, para algunos ejercer la justicia por mano propia es una opción, para otros, los más puristas, el silencio y el padecimiento del dolor y de la angustia, son la única salvación. De lo contrario, todo está perdido, la paz, la seguridad, la libertad y sobre todo, ese precepto constitucional de poder circular libremente por la patria, amén de que no existe ese derecho fundamental, como el derecho a convivir en paz y armonía, son simple letra muerta. Y hay quienes consideramos que tenemos que asumir un liderazgo racional hacia la persistencia por la denuncia y por la exigibilidad de un compromiso serio con los procesos históricos de reconciliación nacional, y que si bien es cierto, como lo pregonaban algunas víctimas de la violencia en una voz a la que nos unimos por ahora, no es posible el perdón y el olvido, cuando las grandes mayorías, buscan en la indiferencia y el desprecio, las formas de tratar o de ayudar al otro en los momentos de dolor o de angustia que se viven a diario en nuestra región.  

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