El 24 de diciembre, un interno con patologías psiquiátricas en el centro penitenciario del Puerto Santa María, Cádiz, España, se amputó su miembro viril, después de que su pareja se negara a tener una visita íntima con él.
La Asociación Profesional de Trabajadores Penitenciarios, también conocida como ‘Tu abandono me puede matar’ (TAMPM), publicó un comunicado aclarando los hechos que conmocionaron a la ciudad, en el que aclaran que el hombre se mutiló el miembro haciéndose un corte en el glande “porque su mujer no quiso ir a comunicar con él en un vis a vis íntimo y por lo tanto no lo iba a usar, no lo quería”.
Una imagen dantesca se encontraron los trabajadores de la cárcel cuando llegaron a una celda llena de sangre “y el reo desangrándose por dicha mutilación, avisando rápidamente a los sanitarios del centro que se personaron inmediatamente del departamento”.
“Como ya no lo necesito para el vis a vis, no me sirve de nada y me lo he amputado”, les dijo el hombre a los trabajadores del centro penitenciario, según informaron medios españoles.
Por su parte, el subinspector de la Policía Nacional, Alfredo Perdiguero, publicó un corto trino con respecto a los hechos denunciados por el sindicato: “Anda que los funcionarios que tuvieran que intervenir……..”.
Meses atrás, el 26 de septiembre, un caso similar se presentó en la prisión de la ciudad de Badajoz, cuando un interno de 30 años se cortó los lóbulos de las orejas y dijo que se los había comido después. El recluso, quien contaba con antecedentes de autolesiones de menor gravedad, tiene varias patologías psiquiátricas, según reportaron medios de España.
Aunque no hay pruebas de que, en efecto, el hombre haya incurrido en un acto de canibalismo y de que simplemente se haya deshecho de sus lóbulos tirándolos por el inodoro, la noticia fue igualmente estremecedora.
El suceso, dicen miembros de los sindicatos, se produjo cuando el preso estaba solo en su celda que compartía con otro interno y que él mismo quien le contó a los funcionarios del centro penitenciario que se había comido las partes de las orejas que se había mutilado. Se entiende que el arma que utilizó el prisionero fue un cuchillo que fabricó uniendo un pedazo de plástico a un pequeño trozo de metal afilado.
En ese momento, el hombre cuya identidad no se conoce públicamente, estaba siendo tratado por el ala psiquiátrica del Hospital Universitario de Badajoz.
La impresionante noticia fue otra prueba de lo que, según el sindicato, sucede en las prisiones de España, y sería la falta de atención psiquiátrica a pacientes que la requieren. En su momento, los trabajadores hicieron exactamente el mismo reclamo, asegurando que este tipo de personas, en lugar de cumplir sus condenas en cárceles normales, deberían hacerlo en centro psiquiátricos penitenciarios, “pero en España solo hay un par de centros de este tipo y son claramente insuficientes”, denunciaron.