Carlos Yepes A.
Por años, ciudades intermedias como Neiva han enfrentado un reto constante en materia de desarrollo urbano. A pesar de ser capitales regionales estratégicas, la marcada centralización que caracteriza a Colombia ha limitado la llegada de recursos del presupuesto nacional para impulsar proyectos urbanísticos que no solo modernicen la ciudad, sino que también la hagan más sostenible y amigable con su entorno natural. El Río Magdalena, un emblema de nuestra región y una fuente vital para nuestra economía y biodiversidad, ha sido una de las principales víctimas de esta falta de visión y de planificación urbana efectiva.
La única gran obra que se recuerde en Neiva de gran impacto urbanístico y ambiental hecha con recursos del presupuesto nacional fue la Avenida La Toma. Solamente hasta la administración de Cielo González, casi cuarenta años después y sin el concurso nacional, se realizó una importante inversión en la construcción del Malecón del Río Magdalena, una obra que en su momento fue vista como un hito para revitalizar el entorno urbano de Neiva. Sin embargo, desde entonces, la falta de continuidad en las políticas públicas, sumada a la limitada inversión del gobierno nacional en infraestructura urbana en ciudades intermedias, ha impedido que proyectos de este tipo generen un impacto duradero y sostenido en el tiempo.
Es aquí donde el papel del capital privado se vuelve fundamental. La inversión privada en proyectos urbanísticos puede ser una herramienta poderosa para compensar la falta de recursos públicos y para garantizar que Neiva pueda seguir creciendo de manera ordenada y respetuosa con su entorno natural. Al atraer capital privado, es posible desarrollar proyectos que no solo embellezcan la ciudad, sino que también la hagan más funcional y sostenible, integrando adecuadamente el Río Magdalena en la vida urbana y protegiéndolo de las amenazas que enfrenta hoy en día.
El desarrollo urbanístico en ciudades como Neiva debe centrarse en la planificación a largo plazo, priorizando la creación de espacios públicos bien diseñados, infraestructura verde, y áreas de uso mixto que permitan un desarrollo equilibrado entre lo urbano y lo ambiental. Es aquí donde la colaboración entre el sector público y el privado puede generar sinergias positivas, creando ciudades más sostenibles, inclusivas y competitivas.
En este sentido, es merecido reconocer como inversionistas privados estan viendo en Neiva una oportunidad de desarrollo. La inversión en proyectos urbanísticos como Olave Tower no solo trae beneficios en términos de modernización y crecimiento económico, sino que también puede ser una herramienta crucial para la conservación de nuestros recursos naturales, como lo es el Río Magdalena.
En buen momento Neiva y su río están recibiendo la atención que merecen. El potencial de nuestra ciudad es enorme, pero para alcanzarlo, necesitamos del compromiso de todos los actores involucrados. Las administraciones locales deben generar un marco regulatorio que incentive mucho más la inversión privada en proyectos de impacto, para que así los inversionistas puedan ver en Neiva un lugar próspero para apostar su capital, con la certeza de que esta ciudad, si bien históricamente ha sido afectada por la centralización, tiene un futuro brillante que puede ser alcanzado con el apoyo adecuado.
Para que Neiva continúe desarrollándose de manera sostenible y protegiendo sus recursos, es crucial que tanto el sector público como el privado trabajen de la mano, invirtiendo no solo en el crecimiento urbano, sino también en la preservación de nuestro querido Río Magdalena y demás afluentes que bañan a nuestra hermosa ciudad.
cyepes@hotmail.com