Por: Gerardo Aldana García
Para qué mostrar las acciones delictivas de un territorio si al hacerlo se fortalece la posición negociadora de grupos al margen de la ley, inmersos en discretos o indecisos procesos de paz, o de ramplonas bandas de criminales que buscan lograr un impacto intimidatorio en los moradores a efectos de que fluya fácil la extorsión y la amenaza de muerte a quien se resista. Este es un planteamiento sumamente respetable que se ha podido escuchar de alguno que otro gobernador que, sumamente preocupados por su departamento, optan por no hacer eco a la incursión nefasta del delito. Y también he escuchado, no obstante que, hacen esfuerzos desde el gobierno y la fuerza pública para someter a quienes controvierten el orden. Creo que es legítima y comprensible una posición de un gobierno seccional como esta, toda vez que en la región hay cientos de empresarios con ofertas para el turismo desde las cuales se genera trabajo para miles de familias.
Recuerdo que, por allá en la post época de la famosa zona de distensión de San Vicente de El Caguán, cuando el imperio de sangre y miedo de las Farc venía de doblegar vastas zonas de Colombia, el Huila hacía esfuerzos para contrarrestar el impacto negativo del actuar del grupo armado al margen de la Ley, por cuenta de lo que se tenían alertas a ciudadanos europeos y norteamericanos de no viajar a Colombia. Y recuerdo que, en el marco de tales esfuerzos, el gobierno seccional impulsaba caravanas y presencia de delegaciones para temas relativos al turismo receptivo, como, por ejemplo, en el año 2005, el Congreso de Turismo Arqueológico en San Agustín y visitas de delegaciones de músicos europeos, de Viena concretamente, al desierto de La Tatacoa. En uno de esos momentos, justo en el parque arqueológico de San Agustín, una foto de la delegación extranjera visitante junto a guías y representantes de los gobiernos departamental y municipal, tenía alrededor suyo a un colectivo de por lo menos seis policías, armados y en clara actitud de protección de tan ilustres visitantes y turistas, mientras el guía local se esforzaba por convencer a los visitantes de que podían sentirse muy seguros, que el destino lo era y no había de qué preocuparse. Vaya evidente y contradictorio contraste: Un destino seguro, fuertemente custodiado por la fuerza pública.
Por eso resultan muy positivos los esfuerzos que el gobernador Villalba y su equipo de turismo hacen para impulsar el destino Huila, por ejemplo la caravana turística que salió de Neiva el pasado sábado con destino al sur, para llegar a San Agustín, encarna un propósito valioso a la hora de convencer de que, sí se puede hacer turismo por el Huila. Digamos que esta es una forma también de decirle a los violentos, que están equivocados; y que una gobernanza liderada por el gobierno en articulación con los empresarios y la comunidad tiene un impacto positivo para la región. Cuando una voz corre de forma reiterada, con un mensaje que puede ser mentira, éste termina convirtiéndose en una verdad. Así mismo, si es una verdad la que circula de boca en boca, tal predicado se asume como cierto desde el sentimiento colectivo de una sociedad.
Y claro, es un hecho insoslayable que la Colombia de los últimos dos años pasa por uno de los momentos más críticos en ámbitos como la inseguridad nacional, la baja credibilidad en el gobierno y la desaceleración de la economía, con demoledores efectos en el ingreso económico de millones de familias, con claro descenso del nivel de vida de sus integrantes. Sin embargo, creo que llorar a diario sobre la leche derramada, no es lo más conveniente; muy al contrario, las regiones, las empresas y las familias que hacen acopio de su mejor y mayor grado de resiliencia, son las que están llamadas a pervivir en el corto y mediano plazo. Seguramente que, si se diese un cambio de actitud mental en la sociedad, habrían mayores posibilidades de que el alma de Colombia, el espíritu de sus ciudadanos, se erijan victoriosos sobre la adversidad transitoria que, por cierto ya empieza a dar señales de mutación, en el marco de un ejercicio de gobierno al que le queda cerca de 1 año y diez meses; así mismo, variables económicas empiezan a mejorar cual fue el caso de descenso de la inflación de agosto que llegó a 6.1%, 8 décimas por debajo de la del mes anterior.
