Uno de los puntos más irónicos y controversiales de la reciente Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático No. 26 (COP 26), fue que, por una parte, se hacía fuerte hincapié en los esfuerzos que tenemos que llevar a cabo para reducir significativamente las emisiones durante esta “década crítica”, y por otro, se reportó la operación de más de 400 jets con el fin de transportar a los participantes de la conferencia, generando una emisión aproximada de 13.000 toneladas de CO2, de acuerdo con cifras publicadas por Semana.
A nivel de cada país las ironías también están presentes, comenzando por el hecho de que Colombia es uno de los países más peligrosos para ser activista ambiental, llegando al punto de amenazar de muerte a un niño activista, sin mencionar las lamentables persecuciones y masacres de los demás activistas. Omitiendo lo anterior, que no es poca cosa, Colombia y gran parte de países latinoamericanos tienen que enfrentarse a fenómenos como: (a). El tráfico y comercio ilegal de maderas tropicales, lo cual ha llevado a pérdidas incalculables de áreas de nuestros bosques; (b). La minería ilegal, en la cual se hace uso de mercurio y otros elementos que contaminan los ríos y en la cual se deforma e interviene drásticamente las áreas de exploración; (c). La gran influencia que tienen las multinacionales mineras respecto de los gobiernos locales, haciendo que existan casos en los que se esté considerando la concesión de licencias para operar en páramos, humedales y áreas que son de vital importancia para el equilibrio ambiental de nuestros países y del mundo; y (d). La falta de contundencia que ha existido a la hora de diseñar e implementar estrategias y planes de movilidad que no dependan directamente de combustibles fósiles.
Es en este punto donde me gustaría detenerme, pues considero que es un aspecto en el que no solo podemos participar todos, sino que, además, es algo que redunda en el mejoramiento de la calidad del aire y en la salud de las personas. Al respecto considero que podemos liderar iniciativas que fomenten el uso de la bicicleta, patinetas eléctricas, así como la importación, fabricación, comercialización y compras de vehículos a hidrógeno, eléctrico e incluso híbridos. No esperamos a que el agua literalmente nos llegue al cuello a causa del derretimiento para empezar a tomar acciones. Los grandes cambios comienzan con pequeñas acciones.
