Jose Eustacio Rivera Montes
En un país que, desde su más profunda historia, siempre dividida entre Laureanistas y Gaitanistas, entre conservadores y liberales, y posteriormente entre Uribistas y Petristas, hacen del centro político cada vez una lejana posibilidad de poder, quizás por su falta de contundencia en las propuestas y fortaleza del debate público.
Lo de Fujimori y Castillo en Perú fue una estela de novela mexicana, difundiendo noticias falsas y mensajes cargados de odio con la firme intención de cambiar la opinión de las masas. Los grandes estrategas políticos han llegado a que los argumentos y las propuestas no prevalezcan dentro de la contienda política. Los tiempos de pasión exabrupto y ferocidad no da tiempo de escuchar, argumentar y debatir con altura. Muchos basados en estudios empíricos, que no da a la precisión investigativa y teórica.
Entre Abraham Lincon y Stephen Douglas dieron grandes pilares a la gran democracia de Estados Unidos de América, denominada como la “Tierra de la libertad”, sus espectadores nunca perdieron el interés ni atención, prevaleció el argumento.
Desafortunadamtne los tiempos han cambiado, y en la epoca de la sociedad de las redes sociales y condeficit de atencion cronica, y el entretenimiento como estandarte de vida hacen de que brillen quienes hacer reír o molestar, y los que contagian de miedo son los llamados a gobernar. Se ha contagiado el mundo en la polarización, los extremos son más seductores para el ciudadano inconforme.
Pareciere que el centro ya no existe, su falta de solidez no fomenta la cooperación y el espíritu influyente y conciliador que a la vez le quitan dinamismo de debate o confrontacion de una tibiesa que basa su esencia en antagonizar al oponente.
A 7 semanas de la primera vuelta muchos piensan en el temor de intuir que ni Petro ni Fico estarían dispuestos a aceptar los resultados de las elecciones. Espero eso no vaya a ocurrir, pero se percibe en el ambiente electoral un tufillo de empezar a desconocer y señalar los resultados del 13 de marzo. Ojalá quien gane tenga ecuanimidad y grandeza de hacerlo.
Tenemos una ciudadanía que contagia a sus líderes de la impocision de tesis e ideales políticos que generan mayor confrontación y división en la población. El día que entendamos que la democracia es participativa e incluyente, podremos determinar una democracia menos divisoria y excluyente, aun vemos que la ambición por el poder saca lo peor del ser humano.