Por: Amadeo Gonzalez Triviño
Hace algunos años recordábamos en estas mismas páginas la inmensa labor de entrega y dedicación de tiempo completo que tuvo JAIME RIVAS SEGURA, en complicidad con su familia por esa lucha titánica en rescatar los valores y los sentimientos que surgen desde el fondo de todas las formas de Cultura en el ser humano y se han hecho presentes a lo largo de la existencia, especialmente en nuestro Departamento del Huila.
Ahora que ha partido para la eternidad, tenemos que unirnos a la voz de quienes lo conocimos, estuvimos cerca de sus tareas y lo acompañamos en muchos de los empeños por indicarnos el camino hacia la construcción de la gestión cultural, como una forma de ser, como una forma de vida, como una forma de convivir con los dioses en la espiritualidad del arte, de las letras y de las formas de participación comunitaria en una labor que nunca desmayó, que nunca lo redujo al silencio y que en los últimos años de existencia, por una dolencia física, le impidió seguir en su empeño, en su tarea, en su trabajo.
Pero lo que hizo, lo que nos enseñó, su ejemplo y su buen ánimo por alcanzar los sueños y lograr superar las adversidades, es más que suficiente para que hoy lo llevemos en lo más profundo de nuestros corazones, convencidos de que su paso por estas tierras fue un camino fecundo de esperanzas y de vivencias que nos concitaron al empeño de vivir y de luchar mano a mano con el otro, para el engrandecimiento de nuestra vida y siempre de esas mejores condiciones de vida que todos nos merecemos.
No podemos dejar de evocar entonces, ese afán de Jaime Rivas Segura, por la difusión del Teatro, con el Grupo “La Cagüinga”, por su empeño en enseñar a los muchachos la práctica de los zancos y de circo callejero, entre otros, por su afán en la construcción de una casa de la cultura para cada una de las poblaciones a las que se vinculó en su gestión cultural y en la cual fuimos cómplices en muchas expectativas por hacerla realidad en éste municipio, además de todas las formas de difusión del arte y la cultura a nivel regional, siempre comprometido con el Consejo Departamental de Cultura y especialmente con los encuentros Departamentales de Cultura, desde la creación de la Ley de la Cultura en 1997.
Su don de gentes, su bonhomía, su razón de especular con una vida donde la libertad, la paz y la conciencia social fueran el fundamento lógico de la existencia de todos los hijos de la tierra, ahora tendremos que llevarlo como portaestandarte de una realidad dura e inflexible que no se acaba ni con la muerte y que seguirá flameando en cada uno de nosotros, de quienes lo conocimos, de quienes habrán de conocerlo por la historia y su evocación en el servicio comunitario, nos fuerzan al coraje y la fortaleza para entender que Jaime Rivas Segura sigue aquí con nosotros, porque sus enseñanzas y su ejemplo son nuestro legado y nuestro mejor equipo de trabajo para recordarlo por siempre.
No preciso con exactitud el año que nos conocimos, pero tiene que estar por los linderos de 1969 a 1970, cuando vivimos una época frondosa de reconocimiento cultural en nuestra región y necesariamente hemos de recordar cómo se suma a esa pléyade de amigos del arte y de la cultura el legado que nos dejaron, entre otros, el “loco” Cerón, los poetas Luis Ernesto Luna, Armando Cerón Castillo, Guillermo Martínez González, y grandes intelectuales que se dieron cita como William Fernando Torres, Elio Fabio Gutiérrez, Marcos Bonilla y todos aquellos que en su momento histórico hicieron parte de un entorno en el que la cultura era ese aliento espiritual, lo cual siempre nos entrelaza con los sueños y los imposibles, en los cuales persistimos todos los días, para poder hacerlos realidad, ya que como se ha sostenido siempre, somos nosotros mismos, los únicos capaces de volver posible lo imposible y de cohabitar en los cielos como los dioses que siempre han acompañado nuestra existencia.