La pandemia del Covid-19, nos ha enfrentado con la dolorosa situación de ver partir anticipadamente al más allá, a personas excepcionales. Una de ellas, lamentablemente ha sido Jhon Fisher Muñoz Camacho, a quien muchos conocieron como el Procurador 11 Judicial Agrario y Ambiental del Huila. Porque Jhon, era más que eso. Un ser humano, hombre, ciudadano, profesional abogado, miembro de familia, amigo, docente y contertulio de esos que en Colombia hoy escasean.
Otro de sus compañeros nos contó del agrado de Jhon por las canciones de Luis Eduardo Aute, en especial, «Al alba», cree que parecería premonitoria su letra, en cuanto dice: Presiento que tras la noche/Vendrá la noche más larga/Quiero que no me abandones/Amor mío, al alba/Al alba, al alba/Al alba, al alba. Al parecer la noche más larga le llegó al alba.
Lo recordamos por su humanidad, cuando recordaba las enseñanzas del biólogo y filósofo Humberto Maturana, sobre la diferencia entre los conceptos de respeto y de tolerancia. Y lo recordamos en tertulias siempre enriquecedoras. Su inteligencia, argumentación, decencia y carisma eran arrolladoras.
Una de las características de su personalidad que más nos atraía y que muchos ambientalistas huilenses nos lo han ratificado, es la disposición para conciliar, para buscar salidas y soluciones antes que generar o aupar los conflictos que los procuradores deben atender. Coincidíamos con él en la aversión por el conflicto, sus causas y auspiciadores; coincidíamos en rechazar los delitos y contravenciones de donde vinieran; en el amor por Colombia (su territorio especialmente) y los colombianos buenos; a él también le molestaba la irracionalidad y la manipulación.
Jhon Fisher había logrado formar una bella y especial familia. Sí, era su mayor logro. Mariela Méndez, su esposa, y con ella sus hijas Aura y Catalina eran su núcleo esencial y la base afectiva que completaba su personalidad contagiante.
Jhon Fisher se nos ha ido, se adelantó a los tiempos lógicos en los que cada ser humano debe partir de esta vida y seguro pasar a otra. Jhon Fisher durante su paso por esta vida dejó una huella que logró calar hondo, en especial durante cinco años, al Huila, y los sectores agrarios y ambientales. Lo honraremos siguiendo muchas guías y consejos que nos dio. Y estudiando más, porque sí que la Providencia le regaló el don de la sabiduría y enseñanza.
Estas cualidades que Jhon Fisher poseía, ejemplares, y por eso calaron tanto, le hacen falta a Colombia. Porque como siembre hemos sostenido, esto no es de ideologías sino de buenos seres humanos y él sí que lo era. Lo extrañaremos mucho. ¡Pronto lo veremos! QEPD