El 2021 comenzó como el año para hacer frente a las dificultades y oportunidades que planteó la pandemia del covid-19. Y uno de los mayores retos se enmarcó en la capacidad de estados y empresas para responder en el corto plazo a la grave crisis económica, así como en el desafío para adaptar las acciones y políticas en consideración a las demandas de cambios planteadas por la mayoría de ciudadanos -en todas partes- ante la crisis sanitaria, ambiental, social y política, acrecentada y desnudada por la pandemia.
Sin embargo, al ordenar de manera preliminar un balance de resultados -diferenciado por países y regiones- y aunque se pueden observar avances en algunos temas como el crecimiento económico, la lenta recuperación del empleo, así como en el proceso de vacunación de la población, en términos generales el agregado resulta menor frente a las necesidades y expectativas. Repitiéndose la paradoja de la llamada normalidad del 2019 y años anteriores: generar crecimiento, pero sin resolver la desigualdad. La cual se ha profundizado y se constituye en el gran desafío de la presente década.
De otro lado, con los tradicionales balances de fin de año, los cuales se guían más por la periodicidad de los ciclos fiscales que por la resolución o cierre de la agenda social y política, surgen el reconocimiento en distintos contextos a los protagonistas, según los hechos relevantes que caracterizaron la agenda pública y que imprimen un sentido y rumbo al debate público y a la acción colectiva. La lista siempre será incompleta y además está determinada por la naturaleza e interés de la lente con que se mire. Es así, como desde mi punto de vista, destaco tres de tales protagonistas -con sus potencialidades y dificultades- durante el año 2021: los jóvenes, las ciudades y la vacunación contra el covid-19. Y que continuarán en los próximos años.
Los jóvenes en todo el mundo abanderaron las demandas de cambio. Salieron a las calles aún a costa de la violenta e ilegítima represión que los gobiernos desataron contra ellos. En Colombia en medio de dicha represión se perdieron preciosas vidas. Distintos informes independientes, como el de la ONU señalan, como responsable al Estado a través de sus agentes. Los jóvenes una vez más han reclamado su espacio y su presente. Y ello no solo llena de esperanza, sino que plantea el reto de un nuevo pacto social. Es decir, un diálogo y acción intergeneracional para replantear el paradigma del desarrollo socioeconómico.
Las ciudades, a través de distintas políticas y programas. Según su contexto, ocuparon la primera línea para entender las necesidades y responder a las demandas de sus habitantes, quienes se vieron seriamente afectados de distintas maneras por la crisis. Las respuestas no siempre fueron exitosas ni oportunas, y no han estado exentas de dificultades. Pero, aquellas que resultaron muy positivas, como las centradas en los barrios, el comercio local o de proximidad y algunas políticas de apoyo socioeconómico son de resaltar.
Finalmente, la vacunación contra el covid-19 avanzó de manera significativa. Pero, no a los niveles y velocidad esperados. El fracaso del mecanismo Covax y el obstáculo a la liberación de patentes para posibilitar una vacunación global, son epílogo preocupante sobre la capacidad de estados y empresas para asumir los cambios que se demandan.