Diario del Huila

Jugar fútbol con cabezas humanas 

Ago 11, 2021

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Las imágenes registradas hace poco por la prensa nacional, en las que un hincha del Nacional coge a patadas a un hincha del Santa Fe, son escalofriantes. ¿Qué ser humano en sus cabales es capaz de coger a puntapiés la cabeza de otro individuo? Sin lugar a dudas un enajenado. Nadie que defienda la sana convivencia, el respeto al otro, es capaz de expresarse de una manera tan brutal como esa que registraron tímidamente los medios de información. La noticia se redujo al hecho, pero deja por fuera la pregunta del porqué de este tipo de comportamientos. ¿No era que después del covid seríamos mejores personas? ¿No era que saldríamos más humanos y ascendidos en espíritu?

Por hechos como estos «he descendido a los sótanos del infierno» y he descubierto que ese paraíso perdido del que nos hablaron las escrituras no existe. Nunca ha existido.

El denominador común en Colombia es el asesinato del otro, el exterminio de lo diferente, la anulación de los opuestos.

Ahora que he visto y escuchado todo en la radio y en la televisión nacional, creo que los seres humanos descendemos de Caín y no de Abel; que Eva no parió un ser humano incluyente y respetuoso, sino un asesino de la otredad y de la diferencia.

Y no vengamos con el sofisma de que todo es culpa del diablo, que la maldita serpiente del árbol prohibido esparció su veneno en el ADN de la gente. Acá no hay religión ni fe que salve a la especie humana. El gen del mal no venía en una manzana, sino en nuestra sangre, en nuestro torrente sanguíneo, en la lengua viperina que heredamos no de Adán, sino de una enfermiza culebra.

Caín siempre ha estado en medio (y adentro) de lo que suponemos que es una sociedad democrática y libre.

Ahora, pensemos que ese hincha del Nacional representa a la mayoría de los colombianos. ¿Qué tanto de Caín tiene en su árbol genealógico? ¿A cuántos colombianos representa con sus acciones? Si fuera no un individuo, sino un clan, ¿a cuántos de sus coetáneos hubiera prendido fuego? Si ese individuo reniega tanto del totalitarismo y de las ideologías, ¿por qué quiere que sus contradictores sean sus siervos, sus esclavos? En el hipotético caso de que fuera un emperador, ¿le hubiese gustado que el pueblo tuviera una sola cabeza para cortarla de un tajo?

Creo que como grupo social padecemos de una gran enfermedad (aparte de tener siempre la razón y sabernos poseedores de la verdad) y es una patología que viene con y en nosotros desde tiempos inmemoriales. Maldecimos de las ideologías por soberbias y castradoras, pero en nuestras prácticas más cotidianas optamos por estilos de vida idénticos a eso que tanto criticamos.

¿Crees que estemos cerca de una sociedad madura y respetuosa? ¿En serio todavía crees que todos nuestros grandes males (los de ahora y los fundacionales) son por culpa de los políticos, los grupos al margen de la ley o la delincuencia común?

Mientras el hincha del Nacional pateaba con fuerza la cabeza del hincha de Santa Fe, pensaba en el juego de la pelota que se practicaba en Mesoamérica y que según algunos historiadores incluía en ciertas ocasiones una cabeza humana como parte del encuentro deportivo y religioso.

Patear una cabeza humana, descargar una munición sobre los ojos de los demás, violar a un niño, violentar a una mujer no es sano, nada sano. Por el contrario, son síntomas de una sociedad monstruosa, del comportamiento enfermo de crápulas y sociópatas que descargan sus rabias y patologías en la vida y en la carne de los más débiles.

Un hincha del Nacional pateando la cabeza de un hincha de Santa Fe es sólo una metáfora. Una metáfora que evidencia a los paramilitares pateando cabezas en Bijao Cacarica (Chocó). Es un símil de guerrilleros pateando los derechos de los niños de crecer en una sociedad alejada del conflicto. Es una analogía que pone sobre la mesa el número escalofriante de manifestantes asesinados durante el paro nacional. O de los líderes y lideresas sociales asesinados en la última década. O de «la gente de bien» disparando con armas de fuego a esa gente tóxica y dañina que se toma las calles en Cali.

Y tú, ¿de qué equipo eres hincha? ¿Del conflicto o de la sana convivencia?

Sigue, como dijera el «indio» Juan Matus, un camino con corazón.

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