Alfonso Vélez Jaramillo
La Cámara de Representantes de los Estados Unidos, le acaba de dar una lección a las democracias del mundo, tras adoptar la resolución para procesar al presidente Donald Trump por “incitación a la insurrección”.
Así sea el presidente, el orden institucional se respeta, inclusive, así le falte un día para terminar su mandato, cuyo proceso y su resultado tendrá efectos retroactivos.
Contrasta con los pañitos de agua tibia de la Moción de censura, que expresamente ordena la Constitución Política de Colombia, que nunca ha sido estrenada en nuestro país, pese a muchos intentos.
O la figura de la revocatoria del mandato, con la que los colombianos pueden controlar y garantizar la eficacia de los actos del Estado, y los ciudadanos pueden terminar el mandato conferido a un gobernador o a un alcalde, pero no al presidente.
En Estados Unidos, es un proceso directo de destitución, “impeachment” a los más funcionarios más importantes, desde el presidente, congresistas, magistrados de los tribunales superiores de justicia.
La Moción de Censura en Colombia cobija a ministros, superintendentes y directores de Departamentos Administrativos, por asuntos propios del cargo, o por desatención a los requerimientos y citaciones del Congreso de la República.Una vez aprobada, el funcionario quedará separado del cargo, aunque, paradójicamente, esto nunca se ha aplicado en nuestro país.
No importa el tiempo de la acusación presentada en la cámara de representantes de US, porque en caso de una destitución, luego del juicio que adelantará posteriormente el senado, el presidente Donald Trump (en este caso) será “descalificado de cualquier función oficial”, que sería como inhabilitarlo para volver a aspirar al mismo cargo en el futuro.
Inclusive, al ser destituido, pierde una serie beneficios por su carácter de expresidente de la República, como su pensión, y otros recursos para sus desplazamientos a través del mundo.
No es para menos, la democracia de los Estados Unidos es la más sólida de América, nunca ha sido violentada a través de sus más de 200 años de historia, y por tal razón, ya hay congresistas del mismo partido del presidente Trump, partidarios de que se dé ejemplo y se adelante el juicio, aunque creo que la votación no alcanzará las necesarias tres cuartas partes.
El hecho para destacar, si es el propio presidente justificó hechos vandálicos a las instituciones oficiales de su país, fácilmente se puede inferir que el mundo se salvó de milagro de la tercera guerra mundial, por sus posiciones radicales.
Insistir en un fraude sin pruebas es de características peligrosas para la unidad que históricamente ha mantenido EEUU, como la primera potencia del mundo.
El Congreso norteamericano tiene los elementos suficientes para declararlo no apto para regir los destinos de su país, por haber violado los principios constitucionales y despreciado los pilares fundamentales de la unidad nacional.
Podrá destituirlo, aunque esto no podrá ocurrir antes de que termine su periodo, este 20 de enero, una vez asuma el gobierno Joe Biden. Es la primera manifestación vandálica contra la sede del congreso norteamericano, ni siquiera en épocas de la guerra civil o de la secesión, peor aún, alentados por los discursos de su presidente Donald Trump, con el fin de impedir la certificación de Biden como nuevo presidente de los Estados Unidos, tras su arrolladora victoria en las urnas.
Un cierre vergonzoso del gobierno Trump, que tuvo muchos reparos por incitar a la polarización, la discriminación, y el constante descrédito contra las instituciones, un daño muy serio a su sistema democrático.
Y algunos dirán y que nos puede interesar, nos interesa y mucho a los países que por alguna u otra manera dependen de las políticas y la asistencia del gobierno norteamericano, especialmente al proceso de consolidación del proceso de paz colombiano.
