Por: Javier Ernesto Monje Escobar
Colombia entera está a la expectativa del avance de la Ley “Ángel”, la cual cursa en el Congreso de la República, buscando modificar y actualizar la Ley 1774 del 2016, que, sin duda alguna, significó un avance importante contra el maltrato animal. Gracias a esta Ley, se creó el grupo “GELMA”: una unidad especializada de la Fiscalía encargada de investigar los delitos contra los animales, y que ha logrado varias capturas y procesamientos, sin embargo, esto no ha sido suficiente, teniendo en cuenta que en Colombia estos delitos no son susceptibles de privación de libertad, dado que las sanciones impuestas no superan un límite de cuatro años de reclusión; Significa entonces que, quienes son condenados, no cumplen su Sentencia en la cárcel, sino en libertad condicionada o en prisión domiciliaria y en el peor de los casos, solamente adquieren una sanción pecuniaria, demostrando que, el maltrato animal no recibe la atención ni el tratamiento adecuado que demanda la gravedad de esta problemática.
Así las cosas, es evidente que la Ley 1774 necesita ser mejorada y ajustada para cerrar los vacíos legales y pueda mejorar su aplicación, necesitamos que la protección animal sea efectiva y contundente, adaptándose a las nuevas realidades y desafíos que enfrentamos día a día, que no sea solo una noticia en la televisión o en la radio en donde sentimos lastima, y que las autoridades le den la importancia real al sufrimiento de estos seres indefensos. Teniendo en cuenta lo anterior, podemos evidenciar que en el artículo 1° de esta modificación plasma realmente lo que requerimos: «Fortalecer la lucha contra el maltrato animal mediante acciones que garanticen la investigación y sanción de la violencia contra los animales en los procesos penales y sancionatorios policivos, y ayudar a prevenir estas conductas mediante acciones de sensibilización ciudadana.»
Es importante entender como sociedad que, aunque no todos sientan empatía por los animales, ellos son seres que experimentan sentimientos, emociones y sensaciones, que no pueden alzar su voz para exigir derechos o denunciar abusos, de manera que, dependen de nuestra voluntad para ser protegidos. Sino somos nosotros quienes tomemos esta responsabilidad, ¿Quién más lo hará? Es el momento de adoptar un enfoque proactivo en la defensa de aquellos que no poseen la capacidad de hacerlo por sí mismos. La Ley Ángel se erige como una herramienta fundamental para garantizar dicho propósito.
La protección animal es una responsabilidad que recae en todos nosotros, por esta razón, la Ley Ángel nos ofrece la posibilidad de garantizar el bienestar de los animales en Colombia, pero ojo, no basta solo con la aprobación esta Ley, pues su entrada en vigencia no significa que vaya a detenerse la problemática, que repentinamente acaben los maltratos, por eso debemos trabajar articuladamente como sociedad para asegurar que se aplique de manera correcta a las personas que incurran en las conductas punibles, y de esta manera podamos construir una sociedad que respete, cuide, y valore a todos los seres vivos.
Que esta ley le permita a nuestro país hacer justicia por Ángel y todos aquellos animales que han sufrido la mezquindad de la sociedad.