El Rincón de Diana
Por Diana Montes
Las historias que giran en torno a Garzón, tienen una particularidad. Han nacido de la iniciativa, acuerdo y acción de sus pobladores. Han florecido en el corazón del pueblo. Es el caso del Festival Popular y Departamental de la Alegría y el Folclor que surge en los barrios conocidos como «La Pesa y El Piojo». Gracias a la dinámica orientada por los carniceros y matarifes de la época, que contaron con el liderazgo de una mujer dinámica, activa y comprometida con la cultura popular, como fue María de Jesús Méndez, apodada «La Chucha», proveniente del municipio del Agrado. La apoyó su hijo José Antonio Díaz Méndez, quien, con su tambora, organizaba y amenizaba el «Pichinche». Esto sucedió en 1962 como repercusión de las fiestas realizadas en Neiva que comenzaron tres años antes. Así se gestó el Reinado de la Alegría cuya primera reina fue María Antonia Vargas, fallecida en el año 2015. En 1963 se unieron varios personajes de la cultura y la política garzoneña, para oficializar el evento. El reinado, en este ambiente cívico y social, goza de características especiales que no es fácil repetir en otro pueblo del país. El comportamiento de sus pobladores, con su bondad, fraternidad, cordura y decencia, hacen que sus fiestas sean plenas de alegría como el nombre que llevan.
El cronograma incluye el Reinado Popular y Municipal que desde San Juan se prepara con ensayos, prácticas y rondas por los barrios y veredas. De este ejercicio surgen las candidatas, los grupos de danzas con sus comparsas, los conjuntos de música campesina, popular y de rajaleñas. Esto se une a la dinámica de los desfiles, tablados y escenarios culturales, que le dan esplendor al reinado y al folclor.
Varias soberanas de la Alegría han sido reinas departamentales y nacionales del bambuco, lo cual demuestra la importancia y calidad del certamen nuestro. Apreciamos que permite cultivar los valores culturales autóctonos, reconocer y proyectar las tradiciones artísticas, gastronómicas y sociales, que incrementan avances significativos en la unidad, armonía y convivencia de los pueblos.
Todo lo anterior significa que su desarrollo y avance es una sana terapia mental colectiva que, necesariamente, se manifiesta en un ambiente de paz y armonía social, que permite evitar y erradicar brotes de violencia.