Por: Carlos Tobar
Comenzábamos la semana santa cuando una creciente fuerte del río Las Ceibas nos dejó, literalmente sin agua. Otra vez, por estas fechas, los comienzos del invierno desnudaron las debilidades del sistema de abastecimiento de agua potable de la ciudad. No es la primera vez que ocurre. Desde hace décadas las crecientes del río que nos abastece, hace colapsar sobre todo las bocatomas que extraen el líquido para su tratamiento de potabilización posterior.
Los conocedores del tema vienen llamando la atención sobre la fragilidad del sistema de acueducto y alcantarillado, sin que las autoridades les pongan la atención debida. Gobernante tras gobernante se suceden sin que alguno se apersone como se debe del problema. La razón es prosaica: la empresa de servicios públicos Las Ceibas ha sido manejada con imprevisión, irresponsabilidad, falta de competencias gerenciales, pero, sobre todo, como caja menor de las banderías políticas que controlan la administración municipal y el concejo local.
Que triste, por ejemplo, que en muchos gobiernos se hubiese utilizado la nómina de la empresa para atornillar válidos de alcaldes o concejales: amigos, copartidarios, socios de negocios oscuros y hasta queridas, sin tener en cuenta las competencias exigidas para el cumplimiento de los cargos. Los sobrecostos administrativos y operativos son inocultables con todas las implicaciones que esto tiene.
Hoy nos llaman la atención, porque nos afecta, los problemas de captación. Que pretendieron ser resueltos por varios gobiernos que se casaron con el insuficiente reservorio propuesto originalmente por la alcaldesa Cielo González. Su inutilidad es manifiesta como lo pudimos apreciar en las declaraciones ingenuas del subgerente técnico de Las Ceibas esp, quién nos contó que está lleno de sedimentos, porque el último mantenimiento se realizó en el año 2022.
De las redes de distribución del agua potable no conocemos información cierta de su estado real de funcionamiento. Como no conocemos el estado de las redes de alcantarillado. Aunque en años recientes se han invertido cuantiosos recursos para su modernización, lo cierto es que los indicadores de agua tratada, no contabilizada y no facturada, siguen siendo escandalosamente altos. Según información no oficial, pueden acercarse al 50%. ¿Qué diría usted querido lector de una empresa que no puede facturar la mitad de su producto?
Del tratamiento de las aguas residuales ni hablar. No obstante que una acción popular validada por el Tribunal Administrativo del Huila le exigió a la empresa abordar el problema y solucionarlo por la contaminación que generan las aguas “negras” al río Magdalena, no ha habido un gobierno municipal que atienda de manera efectiva el tema. Como corolario, todos los años la ciudad debe pagar una cuantiosa multa a la Cam por el manejo inadecuado de las aguas residuales.
Hice mención a la planta de personal, porque sin ser responsabilidad individual de nadie, la falta de personal calificado en todos los niveles no va a permitir trazar los planes, programas y proyectos que una administración compleja como la de Las Ceibas esp, exige. El tema es preocupante y el gobierno actual del ingeniero Casagua, debe afrontarlo con la seriedad que demanda la situación. Hoy fueron tres días insoportables. Ojalá no sea peor.
Neiva, 01 de abril de 2024