Cada diez años nos enfrentamos a un debate acerca de si ha comenzado o no una nueva década, tal vez la pandemia nos alejó de este debate que realmente la Real Academia Española lo resuelve fácilmente explicando que la década inicia en un año acabado en 1 y termina en un año acabado en 0. De esta manera el 1 de enero de 2021 empezó la que culmina en 2030. Representa ésta el camino hacia el cumplimiento de la Agenda 2030, ya llevamos un año en el tránsito de la que las Naciones Unidas bautizaron como la década de acción que nos compromete sobre la necesidad de actuar sobre los retos que apuntan al cambio climático y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Así las cosas podemos decir que el 2020 pudo ser el año de la reacción a un fenómeno global inesperado como el Covid-19, que nos obligó a cambiar el paso y, en algunos aspectos, aceleró procesos de transformación que se venían gestando; 2021 fue el año de la reactivación, pero no de una reactivación que nos devolviera al pasado sino que nos ubicara en el camino hacia un futuro sostenible donde prime el equilibrio entre la economía y el planeta; 2022 nos plantea un desafío colectivo: los retos y tareas que se nos planteaban a futuro ahora se han convertido en urgentes, por eso es importante transitar hacia un cambio de modelo productivo alineado con las bases de la Agenda 2030. Tenemos por delante el compromiso de responder ante las emergencias socioeconómicas y de medio ambiente, para las que no hay vacuna posible, sino que requieren de respuestas concretas en el tiempo y de acciones con resultados eficientes y contrastables.
La Pandemia de Covid-19 desencadenó una crisis sin precedentes para la salud, el trabajo y la vida de las personas en todo el mundo y sin duda, esta crisis supondrá grandes dificultades para implementar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), pero también hoy es más evidente que éstos son más pertinentes que nunca. Los ODS nos ofrecen una perspectiva y trazan un camino hacia economías más resilientes y sociedades inclusivas que incluyen inversiones y medidas compatibles con la disminución de la pobreza, el desempleo y la promoción de la sostenibilidad.
Una meta que compromete a los Huilenses es la de “Hambre Cero”, que pretende evitar que 820 millones de personas en el mundo se acuesten cada día con hambre. Podemos desde nuestro territorio impulsar el rediseño de los sistemas alimentarios, teniendo en cuenta que la paradoja de la producción de alimentos es cosechar más, cuidando el medio ambiente.
A la academia, el gobierno y los empresarios del campo de nuestro Departamento les corresponde repensar en al menos tres aspectos fundamentales para este rediseño, el primero es la innovación: la agricultura, la ganadería y la deforestación producen a nivel mundial casi que un cuarto de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. En la década de la acción la agricultura puede contribuir a estos desafíos ambientales aumentando la productividad con el uso de nuevas tecnologías.
En segundo lugar, debemos trabajar hacia las nuevas demandas de alimentos, investigando en nuevas formas de agricultura: vertical, hidropónica y nuevas soluciones sostenibles y de alta tecnología para ser más eficientes y así conectar a los productores con la protección efectiva y eficiente del medio ambiente y la biodiversidad recompensando a los agricultores que así lo hagan, generando nuevos modelos de negocio.
En tercer lugar, la colaboración para poder combatir el cambio climático, proteger la biodiversidad y garantizar la seguridad alimentaria de forma sostenible, para esto se necesita una colaboración sin precedentes, los proyectos de la Alianza de Acción Alimentaria del Foro Económico Mundial son un ejemplo de esta colaboración para producir alimentos de manera eficiente, sostenible y a gran escala.
Innovación, nuevos modelos de negocio y colaboración son la clave para avanzar hacia una transformación de los sistemas alimentarios globales basados en la sostenibilidad, sin duda alguna estamos ante un compromiso histórico que compromete incluso la evolución de la humanidad, marcará la evolución del planeta y con ella la de nuestra sociedad la de nuestras vidas presentes y futuras por eso es que ahora más que nunca necesitamos del compromiso de empresas, pymes, administraciones públicas, universidades, ecosistemas de impacto y toda la sociedad civil en un ejercicio de responsabilidad colectiva que sintonice esta década de acción con una reactivación sostenible.
Solo me resta confiar en que esta responsabilidad sea asumida por líderes de la región con probadas ejecutorias, este es un camino que debemos recorrer con personas que vendrán a ejercer el mandato constitucional que les otorgue el nuevo proceso electoral donde debemos elegir a quienes por sus obras ya ejecutadas nos den garantía de que el departamento estará nuevamente en las mejores manos, por eso insistimos en que “el camino si es la educación”.