La gran participación de jóvenes, durante las actuales protestas ciudadanas, dejan entrever las preocupaciones que tienen sobre el futuro del país y el de ellos mismos. En su gran mayoría confían en la educación y en su familia, pero tienen poca credibilidad en la política.
DIARIO DEL HUILA, ANÁLISIS
Por: Rolando Monje Gómez
Los jóvenes, hombres y mujeres, representan aproximadamente el 30% de la población colombiana y son una fuerza social de significativo valor para la acción y desarrollo de nuestra sociedad. Sus visiones, expectativas, sentimientos y críticas deben interpelar como colectivo y poner de presente tareas y responsabilidades inaplazables.
Con el estudio ‘Juventudes colombianas: Preocupaciones, intereses y creencias’, adelantado por la Fundación SM con el apoyo del Observatorio Javeriano de la Juventud de la Universidad Javeriana, contribuye a construir un camino posible para el desarrollo de las y los jóvenes en el país.
La realidad juvenil colombiana ha estado mediada por múltiples factores sociales y políticos que han puesto de manifiesto una gran contradicción, por un lado, la importancia de las y los jóvenes en el desarrollo del país, las justas demandas por la educación de calidad, gratuita y sin barreras. Por otro lado, persiste la necesidad de cambios estructurales en el sistema laboral que hoy pauperiza la vida juvenil, cuando se les ofrece alguna opción.
Asistimos, en general, a la diminución del empleo formal y de calidad, en particular para los jóvenes, lo que significa la renuncia a condiciones de protección social, calidad, permanencia en un empleo, pues se les ha vendido el sueño del emprendedor o trabajador por cuenta propia.
La situación de deterioro de las condiciones de vida de los/las jóvenes no encuentra una respuesta significativa en las políticas públicas de juventud, que exhiben recursos escasos, una institucionalidad que se sobrepone en acciones y mecanismos pobres o ausentes de seguimiento y evaluación.
Colombia se ha distinguido, en el contexto latinoamericano, por contar desde hace años con medidas de política pública para la juventud, es decir, normatividad y políticas sectoriales que hacen referencia a la juventud. A pesar de ello, no ha existido voluntad política, ni los recursos económicos necesarios para mantener un sistema de información potente, actualizado, articulado y de grandes series que le permita al país y a sus entes gubernamentales medir y monitorear las acciones realizadas, la inversión asignada, los enfoques instaurados y los logros aportados al mejoramiento de la vida y la realidad de las y los jóvenes.
¿Qué cobra sentido para la juventud?
Existen algunas diferencias por sexos. Por ejemplo, a las mujeres, les parece más importante la religión que a los hombres (68% y 63% respectivamente); mientras, a los hombres (75) les parece más importante tener una vida sexual satisfactoria que a las mujeres (70). Los hombres consideran más importantes, la formación profesional (93%), los amigos (78%) y su pareja (80%) que las mujeres (89%, 69% y 73” respectivamente). A la mayoría de los aspectos, las mujeres tienden a otorgarles un nivel mayor de importancia que los hombres.
En cuanto a los distintos grupos de edad, a medida que aumenta la edad del encuestado aumenta la importancia que le da al trabajo (15 a 17 años 87%, 25 a 29 años 99%); al igual que la formación y competencia profesional (15 a 17 años 89%, 25 a 29 años 93%) y ganar dinero (15 a 17 años 76%, 25 a 29 años 95%) esto puede deberse a los contextos propios de cada grupo pues los de mayor edad se enfrentan a responsabilidades de índole familiar que, en muchos casos, se relacionan con proveer a sus hogares, o a sí mismos, lo que les lleva a considerar que son más importantes las cuestiones laborales y profesionales.
Esta apreciación se ratifica cuando se observan las respuestas discriminadas por nivel educativo: los jóvenes que han completado sus estudios, bien sea universitarios o técnicos, le otorgan mayor importancia (99% en ambos) al trabajo, que aquellos que se encuentran cursándolos (93% universitaria incompleta y 94% técnica incompleta), a diferencia de los grupos de edad menores, por ejemplo, el grupo de 15 a 17 años, que en su mayoría se encuentra finalizando su educación media y generalmente conviviendo con sus padres.
Lo importante: la educación
En cuanto a los diferentes grupos socioeconómicos (GSE), es importante señalar que el grupo medio bajo es el único que otorga un 100% de importancia a la educación. Se constata que entre más bajo sea el GSE más baja es la importancia que se le da al trabajo. El GSE bajo es el que menor importancia le da a la seguridad ciudadana (90%) y a la formación profesional (86%).
Por otra parte, el GSE alto es el que más importancia le otorga al hecho de ganar dinero (91%), mientras que el medio bajo es el que menos importancia le da a este aspecto (86%) con una diferencia de cinco puntos. Los GSE alto y medio alto le dan más importancia a la igualdad social (92% ambos) por encima de los GSE medio-medio y medio-bajo (87% ambos). Existe una gran brecha en la importancia que se le da a la paridad de género. Para el GSE medio este aspecto es de gran importancia con (92% el más alto registrado mientras que el GSE bajo solo otorga un 80% de importancia a este aspecto que es la proporción más baja registrada, aunque es un porcentaje muy significativo.
Continuando con la distribución diferencial por GSE, los datos muestran que los temas o categorías explorados disminuyen ligeramente en tanto disminuye el Grupo Socio Económico, lo que resulta muy claros en los aspectos que refieren a trabajo, tiempo libre, pareja, amigos y tener una vida sexual satisfactoria que, si bien son relevantes para todos los GSE, su ponderación de importancia y su decrecimiento son innegables.
De forma sobresaliente, la religión es la única categoría que presenta una tendencia a aumentar cuando el GSE es mayor. En todo caso a la religión y en especial a la política, la importancia que asignan los jóvenes, es relativamente baja.
La importancia de la política para las y los jóvenes del área urbana, el 42% le otorga un grado alto de importancia, en contraste con el 28% que le dan las y los jóvenes de zonas rurales. La segunda brecha por resaltar, hace referencia a la formación profesional que resulta muy importante para las y jóvenes del área urbana en 94%, a diferencia de las y los del área rural con 84%, es decir que existe una brecha de diez puntos lo que, tal vez, está asociado a la exigencia urbana de mayores competencias educativas para un mejor acceso laboral y a la baja importancia que se otorga a la educación a la hora de buscar empleo rural, agrícola, pecuario o en el sistema público municipal.
El principal lugar: la familia
La juventud colombiana considera a la familia como el principal lugar donde se discuten los temas importantes de la vida y esto se debe a que puede llegar a ser: “un factor fundamental en el desarrollo humano”. Por otro lado, puede decirse que la juventud considera que los centros educativos son lugares donde los temas de importancia para su vida son planteados, tratados y debatidos; así lo manifestó el 37% de los encuestados.
Para los jóvenes, la familia y la escuela son los escenarios privilegiados para poner de manifiesto los temas de vital importancia para su vida y el devenir social juvenil; en este sentido, estos dos espacios les brindan bases para interpretar el mundo además de brindarles las herramientas necesarias para el futuro venidero y para sortear las situaciones del presente.
Para el 54% de los jóvenes que residen en zonas rurales, la familia es el lugar más importante para interpretar el mundo; por otra parte, consideran más relevantes los centros educativos (36%) que sus iguales en las áreas urbanas.
¿Qué les preocupa a los jóvenes?
Para las y los jóvenes la educación ocupa el primer lugar entre sus preocupaciones; 20% de ellos así lo afirman en su primera mención. Sin duda, la educación ocupa un lugar importante en la vida y realidad juvenil, su preocupación por el acceso y posibilidad de permanecía, ha puesto de manifiesto una fuerte demanda de las y los jóvenes al Estado colombiano; así lo corroboran en las protestas, del 2019 y en las de 2021 se ha visto reflejado.
El tema ha jugado un papel central en las reivindicaciones juveniles; la búsqueda de una mayor equidad en el acceso a la educación, la insistencia por una mejor calidad de esta y una inversión estatal que asegure la posibilidad de la educación secundaria, técnica, tecnológica y universitaria gratuita han sido las consignas de los movimientos juveniles de protesta en los últimos años en el país.
Las mujeres muestran un mayor grado de preocupación por la educación (45%) y la violencia (41%). Si bien ya se ha hablado de la importancia que tienen, para las mujeres, los centros educativos y la familia, la preocupación por la violencia puede deberse a que son ellas las principales afectadas por la violencia de género, según los datos del Ministerio de Salud y Protección Social.
En cuanto a los aspectos que preocupan a los jóvenes, por grupos de edad, se evidencia un crecimiento frente a las cuestiones laborales y el desempleo entre los encuestados de los últimos grupos de edad, pues se encuentran culminando sus estudios o bien, están frente a la necesidad de convertirse en proveedores de sus hogares, o de sí mismos.
Esto se ratifica a la hora de observar las respuestas a la luz del nivel educativo de los encuestados: la categoría trabajo se encuentra en el segundo lugar de importancia. En contraste, los encuestados en los grupos de edad de 15 a 17 y de 18 a 20 años, manifiestan menor preocupación por este aspecto, pues aún se encuentran finalizando su educación media o comenzando la universitaria.
Una nueva visión de la política
El aspecto que menos afecta en la vida personal a las y los jóvenes es la política, que alcanza solo un 38% de importancia. Esto no indica necesariamente un desinterés de los jóvenes por la política, más bien, en los jóvenes no hay un vacío de política, hay un discurso y una reflexión sobre esta área de la vida social. Otra cosa es su postura y su actitud hacia la misma, además de una manera diferente de aproximarse a la misma, pues al considerarla como: “un espacio restringido y restrictivo de acciones, es por definición una actividad de pocos”. Es probable que los jóvenes sientan que su participación es limitada, o no es tenida en cuenta.
Problemas como corrupción y violencia, los cuales están estrechamente relacionados con la política, permiten comprender que: “La indiferencia juvenil hacia la política y la posible apatía no son actitudes per se de la juventud actual, son opciones que se toman a partir del propio diagnóstico, percepción o lectura que hacen de la realidad”.
Es evidente que para los jóvenes la política tiene una connotación negativa y unas prácticas asociadas a ella, que pueden explicar el por qué la política es una de las cuestiones menos trascendentes para ellos y ellas.
Los jóvenes que han sido víctimas del conflicto armado y aquellos que viven en zonas rurales, que es el escenario principal de confrontación, frente a las cuestiones políticas muestran que la población joven víctima es la que otorga más importancia a la política.
Se puede decir que las víctimas encuentran en la política y la participación un escenario de vital importancia para ser escuchadas, pues la violencia de la que han sido víctimas es de este mismo tinte; así pues, las víctimas contemplan no solo la importancia de la política si no la necesidad, en un escenario de posconflicto, de estar inmersos en ella.