El actual senador y precandidato presidencial Gustavo Petro Urrego, exmilitante del grupo insurgente M-19 fue apodado por sus compañeros como comandante “Aureliano” alias “el cacas,” pues según información conocida durante su desempeño como miembro activo de ese grupo al margen de la ley fue el encargado de las cárceles del pueblo, que eran lugares tenebrosos en donde esa organización delictiva mantenía y guardaba a los secuestrados, en espacios subterráneos ubicados en áreas urbanas, eran sótanos construidos con una precaria salida de aire y, esos miedosos lugares fueron utilizados como parte de la espeluznante estrategia militar por el grupo insurgente. “El cacas”, o comandante Aureliano, estuvo encargado de muchas de estas espantosas ratoneras en las que acostumbraba a defecar por los tubos de ventilación sobre los secuestrados para humillarlos y mortificarlos aún más. De ahí su merecido apodo que le endilgaron sus compañeros, de comandante “cacas”. Esa conducta, desde luego, no es de una persona normal, es de un alienado, y la observo y practico quien hoy quiere ser presidente de Colombia lo que nos indica, de lo que sería capaz de hacer Gustavo Petro en caso de ganar la presidencia de la república. Su odio contra los colombianos es de ese calibre. A manera de información, una persona empleada de mi hogar que permaneció durante 27 años viviendo en Venezuela nos cuenta con terror lo que vivió durante el régimen Chavista, los últimos años bajo el temible régimen del dictador Nicolás Maduro, y las penurias que soporto muchas veces de tener que aguantar hambre y sed haciendo largas filas, por más de 16 horas, para recibir una pequeña porción de pollo con el cual tenía que alimentar a sus hijos. Ahora se han conocido apartes de las propuestas y entelequias delirantes que Gustavo Petro les formula a los colombianos para invitarlos a votar por él. Según el profesor Juan Manuel Charry, la propuesta de Gustavo Petro es fatalista, pues advierte que, si no gana la presidencia, Colombia caerá por un abismo insondable; Es ingenua, pues según su pensamiento es partidario de legalizar la marihuana y propone que la producción este a cargo de los campesinos para sustituir los cultivos de coca; Propone quitar el poder de las mafias y de los carteles de la droga mediante una reforma agraria que convierta a los campesinos en los dueños del proceso agroindustrial. Cree en una economía basada en el conocimiento que sustituya la del petróleo y del carbón, pues considera que Nicolás Maduro y sus adláteres se equivocaron en sus propuestas extractivistas; tiene el delirio del magnicidio. Sus propuestas desconocen y pugnan fatalmente, pues afirma que en Colombia no hay democracia porque el método electoral esta cooptado por totalitarismos de facto regionales. Es clasista, ya que el modelo económico que prioriza el sector financiero y la extracción del petróleo y el carbón distribuye sus ganancias en una clase económica privilegiada. Es una propuesta de una mente enajenada, nacionalista y populista, no de un candidato presidencial, sino de un mesías, no de un demócrata. Aceptaremos los colombianos a un presidente que tuvo como costumbre “cagarse” sobre su pueblo.
