Aníbal Charry González
A puertas de llevar a cabo el próximo domingo las elecciones regionales en medio del salmodio de la clase política y sus adláteres cada vez que hay estos eventos, donde invocan hipócritamente el poder del pueblo para legitimar a los elegidos, bien vale la pena reflexionar si tenemos una auténtica democracia en el cabal entendimiento de que esta es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, como lo sentenciara Abraham Lincoln, o si tenemos un remedo de democracia bajo la fachada de unas elecciones contaminadas con olor nauseabundo que distan mucho de ser una expresión de la voluntad soberana para elegir acertadamente quienes nos deben gobernar.
Y al respecto, debo afirmar rotundamente como lo he reiterado en mis columnas que no tenemos democracia de que ufanarnos ante propios y extraños, sino una perversa tergiversación de lo que ella representa en beneficio de los pueblos, trocada en una gran carpa de actitudes torcidas con un enjambre de partidos que no tiene antecedentes en el mundo, organizados no para perseguir el bien común sino el beneficio particular y grupista asaltando los recursos públicos para el enriquecimiento ilícito, y convertidos en dispensadores malsanos de avales al mejor postor no de calidades humanas y políticas , sino a quienes tengan votos así sean producto de la hediondez o tengan asegurada su elección con la financiación por parte de mafias de todo pelaje que son las que verdaderamente eligen gobernantes y miembros de las corporaciones públicas en medio de la depravación con cargo al presupuesto público.
De ahí que en ese pantano maloliente que son las elecciones que tenemos y que los politiqueros de siempre convenientemente llaman democracia para legitimarse, si de verdad queremos que el voto sea una auténtica expresión democrática, hay que hacerlo de manera independiente pensando exclusivamente en el bien común cualquiera sea el candidato que tenga virtudes para gobernar que son escasos pero los hay, lejos de fanatismos políticos y religiosos que solo nos ha servido para matarnos sistemáticamente en forma estéril y para que esa ralea de politiqueros se elijan y reelijan de la mano del voto de clientelas igual de contaminadas por la corrupción, que son cooptadas por el garlito de siempre invitando a votar por los candidatos de esas pervertidas organizaciones politiqueras carentes de ideología, que han gobernado desastrosamente durante tanto tiempo, y con cinismo en contra del opositor político que está en el gobierno, presentándose marrulleramente como los salvadores de lo que ellos mismos han impuesto como norma diabólica de gobierno.
Si los electores tienen esa conciencia de opinión independiente al momento de votar y elegimos buenos gobernantes podremos decir que tenemos democracia, de lo contrario, seguiremos siendo cómplices de la corrupción y la violencia y de unas elecciones podridas que elegirá gobernantes de igual procedencia. Por mi parte y para sentirme en una real democracia, mi voto para gobernar mi descaecida ciudad será para Héctor Javier Osorio y para la Gobernación por Paulino Galindo, candidatos competentes, impolutos y alejados del oportunismo y la corrupción.
