Por Armado Saavedra
Finalmente está terminando este 2020. Hace un año nadie imaginaba los inconvenientes que este año traería: La gran cantidad de muertes por todo el mundo, el dolor y la preocupación de quienes han perdido seres queridos o los tienen enfermos, la crisis económica sin precedentes, el cierre de pequeñas y mediana empresas, el aumento del desempleo, han sido los resultados nefastos de este año, envuelto en la pandemia del COVID-19 y las sucesivas cuarentenas.
El mundo se puso de cabeza. Independiente del grado de desarrollo, de riqueza o de avance tecnológico, a todos nos tomó por sorpresa este virus, no conoció de raza, clase social, genero o religión, a todos enfermo por igual y a muchos acabo por igual. En Colombia y el Huila descubrimos que no estábamos tan preparados como creíamos, ni teníamos el desarrollo tecnológico que con tanto aspaviento hablaban nuestro gobernantes, para enfrentar la realidad de la educación o el trabajo desde casa, pero con nuestra capacidad y resiliencia, se enfrentó y se trabajó y se empezó a dar soluciones.
Sin embargo, no todo ha sido malo. Por culpa de este virus, han sucedido cosas maravillosas: Redescubrimos a nuestra familia, hemos podido dialogar con nuestros hijos, nuestros hermanos y nuestros padres, nos hemos alegrado y compartido así sea de manera virtual, cumpleaños, grados y otros logros y acontecimientos de cada uno de nuestros familiares. Algo que extraño, es el beso en la mejilla a mis hermanos cuando los saludaba, el abrazo cariñoso al amigo cuando nos encontrábamos en la calle, pero también eso nos hace reflexionar, y cuando de nuevo se pueda, muy seguramente estos besos y estos abrazos tendrán un nuevo significado, irán cargados de más cariño, ternura, respeto y de mucha mas sinceridad.
Descubrimos que nuestros valores estaban un poco trocados: La moda, que tanta preocupación nos generaba paso a un segundo plano, la necesidad de estar comprando cosas innecesarias o superfluas, ya no nos quita el sueño, ahora vamos por lo estrictamente necesario, las rumbas cada fin de semana pasaron a segundo plano y ahora más que nunca nos encanta compartir con nuestros seres queridos una tarde o noche de tertulia comentando nuestros sueños, nuestros miedos y nuestras dudas.
Entendimos que no es necesario estar rodeado de una gran cantidad de gentes, para sentirnos acompañados o exitosos, nos basta con nuestra madre, o un hermano o el hijo, para alcanzar la tranquilidad y el sosiego que deseamos. Nunca antes como ahora, escuchar música, leer un buen libro, cultivar una planta o hacer una comida o sencillamente sentarme a charlar con mi esposa había tenido tanta importancia, el stress del día a día, la presión del tiempo y las metas inconclusas también pasaron a segundo plano, lo importante ahora es compartir con la familia, con los hijos, con los hermanos, porque por largo tortuoso y oscuro que sea el camino, si tenemos a nuestra familia, las cosas se hacen mas fáciles, ¡¡¡FELIZ NAVIDAD¡¡¡ a toda la familia Huilense.
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