En el marco del Día Nacional del Café, el cual se celebra cada 27 de junio con el objetivo de rendir un homenaje a la bebida cafetera y sus productores, el Diario del Huila resalta la base de uno de los gremios más importantes a nivel nacional y regional: las familias campesinas caficultoras.
Diario del Huila, economía
Por: Gloria Camargo
¿Alguna vez se ha preguntado cuanto trabajo hay detrás de una buena taza de café?, pues es mucho y es fruto del trabajo de miles de manos, manos unidas y en la mayoría de los casos de la economía rural en las regiones, es apalancada por empresas familiares.
En el caso de la caficultura del Huila, se registran más de 84.000 familias dedicadas a este cultivo, logrando de esta manera que el departamento sea el primero en producción a nivel nacional desde hace más de 10 años.
Por esta razón, y en el marco de la celebración del Día Nacional del Café de este 27 de junio, establecido como homenaje a la caficultura y a los caficultores colombianos, uno de los ejemplos más destacados a nivel regional es la familia Rodríguez Reyes, del municipio de Gigante, desde donde se hace caficultura familiar.
Entorno cafetero
La historia de esta familia opita, se centra en el municipio de Gigante, donde según Margarita Reyes Lugo, junto a su esposo Ernedis Rodríguez, desde los 15 años iniciaron una relación, que ha perdurado por cerca de 30 años alrededor del café.
“Nosotros nos conocimos desde los 15 años. Empezamos como la etapa del noviazgo y a los 19, decidimos formalizar la vida de pareja. La verdad no ha sido fácil, porque pues nada es fácil en esta vida, pero con amor, entrega total y entusiasmo. Cuando tomamos la decisión de formalizar el hogar, nos tomamos unas metas y decidimos sacar a nuestros hijos adelante, en el campo, porque siempre nos ha gustado mucho el campo y la especialidad de nosotros pues es el café. Siempre nos destacamos como por ser apasionados por el café”, señaló la caficultora.
A su vez, Margarita, indicó que gracias a su infancia en el campo, ha tenido unas bases de amor y pasión por el campo. “Las buenas bases para ser mujer caficultora es que le guste el campo, le apasione.
Yo no soy persona de pronto de ir a coger café pero sí soy persona de ayudarle a mi esposo en el secado, en el beneficio, en la casa, donde soy el pilar de mi esposo. Él trabaja lo que es el campo y yo lo complemento acá en la casa. Nosotros nos complementamos, así es la unión, es un complemento muy bonito.
Empresa cafetera
Entre tanto, Ernedis Rodríguez, caficultor de la vereda Alto de las Águilas, indicó que es una familia que cuenta con la fortuna de que les guste el tema del café.
“Gracias a Dios, aproximadamente hace unos 25 años venimos trabajando con café y hemos visto los beneficios, entre ellos que le hemos logrado sacar el valor agregado al café con disciplina. Todo lo hemos hecho aquí con la familia en la finca en la empresa”, señaló.
Al tiempo que la importancia de la familia en el café es vital porque “aquí todos trabajamos de una u otra manera. Mi esposa y mis hijos cuando yo no estoy, ellos ayudan a mover el café, a revolverlo, amontonarlo, estar pendientes de la temperatura, para recogerlo. Entonces la familia es muy importante. Para mí ha sido muy importante la familia en la empresa cafetera”, dijo.
Ernedis Rodríguez, es hijo de cafeteros, y agrega que gracias a esa cuna ha podido brindarle un hogar a sus tres hijos, las dos mayores quienes ya realizan estudios enfocados al campo y al café, mientras que el menor apoya las labores propias de la finca y termina sus estudios en bachillerato.
“El café es muy importante para mí, lo es todo. El café ha sido algo que nos ha permitido surgir y es gracias al café, a la empresa cafetera, que les he podido brindar estudio a mis hijos y lo que hemos vivido que ha sido muy maravilloso. Todo lo que tenemos y lo que somos hoy en día es gracias a Dios y al café”, indica.
Empalme generacional
Como bien se conoce, en el campo no debería existir el revelo sino el empalme generacional, y aunque la diferencia parece mínima, no lo es. Porque no se busca relevar a nadie de su puesto o papel, sino por el contrario lograr la construcción de nuevos objetos y logros entre diferentes generaciones.
Frente a ello, Laura Cristina, hija de Ernedis y Margarita, es uno de los ejemplos claros del amor y las bases de la familia cafetera, y quien ha desarrollado desde joven el que podría llamarse ‘don’ de la catación.
“Yo me siento muy orgullosa de venir de una familia, que ha sido de generación en generación agricultores. Mis abuelos tienen finca y durante mucho tiempo han sido agricultores, y pues ahora ha sido mi papá y continuamos nosotros.
Me da mucho orgullo saber que ellos me han inculcado todo el tema del campo, del cuidado del medio ambiente y principalmente todo el tema del café. Con mi papi, el tema es el café especial”, explica en primer lugar.
Agregó que debido a estas enseñanzas y el arraigo por el campo, junto con su hermana, decidieron enfocar su educación en temas como la ingeniería agronómica, “para de una u otra manera siempre estar vinculados con el campo. Salimos a estudiar en la ciudad pero siempre estamos pendientes de la finca y sabemos que cuando ya empecemos a trabajar vamos a estar vinculados con el campo para toda la vida”, puntualiza.
Todos los días se aprende
Con respecto a la catación y su vinculación al mundo del café, Laura señala que “ha sido un proceso de mucho aprendizaje. Uno todos los días aprende, como le decía a mi papá: el mundo del café es algo como la medicina, es algo donde uno todos los días aprende y todos los días salen cafés diferentes o se hace procesos de fermentación diferentes.
Entonces es un constante aprendizaje para uno poderle apoyar a las personas que vienen detrás de nosotros, que en esa profesión sin título, como le llamamos nosotros, podamos apoyar a los demás para valorar un poco más el esfuerzo que hacen los agricultores a la hora de seleccionar muy bien su café”, indicó.
Logros internacionales
Y los resultados no son para menos, pues gracias a la disciplina y constancia de la familia Rodriguez Reyes, desde hace aproximadamente ocho años, The Coffee Quest en Ámsterdam, ha venido comprando el café de las montañas de Gigante, lo cual les ha permitido surgir y mejorar en los procesos de calidad y taza, exportando hacia Europa y Estados Unidos.
Cabe resaltar que desde los 15 años, Rodríguez viene trabajando en la caficultura gracias a las enseñanzas de su padre, pero con la meta clara que poder vender de manera directa y con valor agregado. “Mi visión era poder tener mi propia empresa y buscarle un comercio adicional, o sea comprador para mi café. Esa era mi misión cuando tenía 15 o 20 años, y gracias a mi Dios y al ejercicio que hacemos aquí en finca con mi familia lo pudimos lograr”, resalta.