Por: José Eliseo Baicué Peña
Luego de un lapso en pandemia sin la Feria del Libro presencial, ha sido muy positivo la presencia de este magno evento en la capital de la república.
No sólo por lo que representa como evento cultural y social, sino también, como lugar de encuentro de miles de personas interactuando en una actividad que convoca a escritores, lectores, comerciantes, agentes culturales, académicos, casas editoriales, cinéfilos, productores audiovisuales, potenciales lectores, artistas y demás sectores de la economía como el de transporte, ambiental, gastronómico, y guías turísticos, entre otros.
El director de la Filbo dijo que, el certamen se configura como un escenario clave para la reactivación de la industria editorial global en términos de la compra de derechos para su uso en el cine, la televisión y otros contenidos.
En la variada programación están incluidos 1.600 eventos como talleres, conversatorios, y charlas con 500 invitados y conferencistas nacionales e invitados de varios países.
También, hay una agenda digital soportada en transmisiones a través de redes sociales, eventos pregrabados y recorridos varios por los diferentes sectores de Corferias. En esta programación se cuenta con la participación de Isabel Allende y su producción intelectual en la que se encuentra Violeta, su novedosa producción.
Así mismo, resulta sorprendente el auge en ventas que continúa registrando el libro, del nobel colombiano, Cien años de soledad, mejorando cifras con respecto a los últimos dos años.
Aunque el objetivo de la feria es vender libros, no es el único. Pues, el fomento de la lectura y la educación constituyen elementos sustanciales que transitan hacia un plus de calidad de vida. Una acción que traslada la sociocultura de generación en generación, además, de inculcar el gusto por los libros en niños y jóvenes promoviendo el desarrollo del conocimiento, la capacidad de crítica y el análisis discursivo.
Por todo esto, quiero recordar acá al maestro Estanislao Zuleta con su texto Sobre la lectura, en el que señala que “escribir en el sentido fuerte es tener siempre un problema, una incógnita abierta, que guía el pensamiento, guía la lectura; desde una escritura se puede leer, a no ser que uno tenga la tristeza de leer para presentar un examen, entonces le ha pasado lo peor que le puede pasar a uno en el mundo, ser estudiante y leer para presentar un examen y como no lo incorpora a su ser, lo olvida. Esa es la única ventaja que tienen los estudiantes: que olvidan, afortunadamente.”
No olvidemos que después de leer un libro ya no se es el mismo, como lo socializaron, en esta feria, Daniele Aristarco, escritor italiano, e Irene Vasco, profesional dedicada al trabajo en bibliotecas con sectores rurales, a propósito del libro ¿Los libros pueden cambiar vidas?
