Por: Hugo Fernando Cabrera Ochoa
Como mercadólogo que soy, especialista en el campo y docente universitario en temas relacionados con éste, pero además estudioso y gomoso del mismo asunto, he visto y notado la inmensa o vital importancia que ha venido ganando el marketing en las contiendas políticas.
Para que comprendan a lo que me refiero, es fundamental definir el término del que muchos hablan hoy en día. Según Philip Kotler, gran gurú del mercadeo o marketing, éste se define como la ciencia y el arte de explorar, crear y entregar valor para satisfacer las necesidades de un mercado objetivo; es decir, lo que hace el marketing es identificar necesidades y deseos insatisfechos en la población con el propósito de presentar soluciones acordes a esos sentimientos. Asimismo, define, mide y cuantifica el tamaño del mercado para poder buscar la manera de abarcarlo y atenderlo de la mejor forma, con el fin de lograr los objetivos que se tracen.
En términos más coloquiales, el mercadeo es el conjunto de acciones que nos permiten identificar necesidades y deseos en la población, con la única intención de suplir esas necesidades y deseos, o mejor, crear necesidades y deseos, con el fin de suplirlos.
Pero ustedes se preguntarán, cómo así que crear necesidades y deseos; pues sí, así como lo leen, ¿o es que, a finales del siglo XX, o incluso, a comienzos del XXI, quienes desarrollaban todo tipo de actividades necesitaban estar amarrados, atados o sumisos a un teléfono celular?, ¿No, cierto?, pues se creo una necesidad, y luego con el diseño de las diferentes categorías se generaron deseos, es decir, que la mayoría de la población hoy en día desea un teléfono móvil de gama alta o media, que tenga una cámara que tome fotos de alta calidad, que reproduzca audio de alta fidelidad de sonido, que tenga una muy buena pantalla para poder ver videos con excelente resolución y que cuente con gran capacidad para poder conectarse a internet y tener acceso a cuanta cosa hay en ese mega mundo llamado web, son, según expertos, verdaderas oficinas virtuales.
De tal manera que una empresa inteligente, antes de generar un producto, identifica o crea las necesidades, luego sí lanzan sus inventos y los consumidores corremos como borregos mansos, detrás de esos novedosos artículos que antes no se requerían pero que ahora son de vital importancia, todos con obsolescencia programada, es decir, fecha de vencimiento o deterioro proyectado, para generar una rápida recompra y así mantener la dinámica comercial y económica, esclavizando cada día más al consumidor.
Dado lo anteriormente planteado, el marketing político bien manejado, se convierte en la herramienta fundamental de cualquier político o campaña política, sine qua non, es factible avanzar por senderos del triunfo en un proceso electoral, de allí que se desarrollen investigaciones de mercado permanentemente para conocer las expectativas de los electores, se diseñen discursos con verdadero contenido que generen conexión emocional con el electorado, se desarrollen estrategias digitales, publicitarias y comunicacionales; y por qué no, se trate de agredir a los otros candidatos para poder tratar de ganar espacios y crecer en medio de la contienda.
Hoy en día muchos hablan de marketing político, pero no todos saben de lo que están hablando.