Por: Juan Felipe Molano Perdomo
Jamás la humanidad imaginó, aparte de crear cine ficción, que una enfermedad cambiaría la forma del miedo, la aprehensión del conocimiento y el modelo de comunicación interpersonal. Un virus que desnudo las falencias del sector educativo, que hizo evidente la mala infraestructura educativa, que descubrió tal vez que estábamos educándonos por más de un siglo con un modelo equivocado, pero que también demostró que el programa bandera de todos los gobiernos de alimentación escolar PAE, sustentado en la retención de los niños en el aula de clase, no es solo eso, es aún más importante y significativo para una sociedad cuyas familias en un 49% viven en extrema pobreza (según cifras de Fedesarrollo), es un programa donde pudo alimentarlos en sus casas, significa no ser un mecanismo de retención. Así las cosas, el PAE hay que defenderlo, hay que hacer ajustes en su contratación y quitarle ese interés desmedido, voraz y corrompido de los negociantes del hambre y las necesidades de niños indefensos e inocentes de las bestialidades que hacen gobiernos y contratistas, empleados y mismos padres de familia que se autodenominan veedores, olvidando que ayer, tuvieron a sus hijos o amigos en esas condiciones de necesidad.
Hoy la educación de niños del Dpto. Huila, atrasado en tecnologías, puede ser un verdadero fracaso; Padres de familia que incrementaron sus costos en tecnología, agua y luz, Niños desconectados de la Internet por su pobreza, Niños conectados a la Internet pero con poco interés de autoaprender, Niños desconectados por su aburrimiento frente al computador, niños desconectados de la vida que regularmente a través del juego y la comunicación personal se tenía, Niños desinformados por cuanto esta pandemia entro y encontró maestros de avanzada edad y no dispuestos a ofrecer sus conocimientos a través de las tecnologías, maestros que han aprovechado para estar en familia desde su comodidad en sus fincas, otro tanto dejaron aflorar su pereza y cansancio, rectores que hicieron lo mismo, directivas educativas y gobiernos locales que no se inmutaron por exigir, otros tantos trabajando con las uñas y aumentando sus gastos, pero al final valdría la pena que en los próximos años evaluaran a estos niños que crecieron con esta laguna emocional, y para no ir muy lejos analizaran los resultados en las pruebas de estado a los jóvenes de grados 10 y 11 que se gradúan en el 2021 y 2022, pero también, evaluaran qué personas se formaron en esta época difícil de la humanidad, tal vez hombres y mujeres más distantes, con miedos, con trastornos emocionales, fríos, poco amigables, más individualistas, seguramente muchos perdieron seres queridos afectando su proyecto de vida, cada uno apostándole a la vida con sus talentos innatos, más allá de lo aprendido en una I.E., serán las nuevas generaciones que yo bautizo la generación de los dos metros, pues aprendieron a vivir a dos metros de distancia con el otro, distancia para hacer filas, mercar, comer, estudiar, saludar, demostrar afecto, dos metros que simbolizan y significan la vida misma, la supervivencia.