Por: Ernesto Cardoso Camacho
La reforma al sistema de salud propuesta por el gobierno Petro no avanza en su trámite en el congreso, convirtiéndose así en la manzana de la discordia que enfrenta a la bancada gobiernista con un amplio sector de quienes ejercen la oposición.
Ni el diálogo sostenido con los principales grupos económicos ni lo que Uribe ha denominado un franco debate sobre la reforma, ocurridos recientemente, han sido suficientes para que el presidente acepte modificar la esencia del proyecto mediante un consenso político que permita su aprobación.
Luego de tantas opiniones emitidas por diversos analistas, organismos del sector salud, actores principales y congresistas; es necesario concluir que dicha reforma constituye un punto de honor para el presidente pues en ella está contenida buena parte de su postura ideológica de clara tendencia izquierdista donde se privilegia el acento estatal para el manejo del sistema.
Por su parte, los opositores insisten en la necesidad de aplicar correctivos para mejorar la eficiencia del sistema, pero insisten en que el sector privado agrupado en las EPS e IPS; sigan manejando el aseguramiento de los afiliados del régimen contributivo y de los recursos públicos del régimen subsidiado.
Es la vieja disputa entre un régimen mixto y otro estatal.
De otra parte, existe un elemento fundamental de discrepancia en el cual el gobierno insiste en que los afiliados al sistema estén registrados en una especie de puesto o centro de salud estatal desde el cual se distribuyan los servicios, cercenando así el derecho del ciudadano a escoger la entidad u organismo prestador del servicio.
Como se puede apreciar, la manzana de la discordia tiene un altísimo elemento ideológico que el propio presidente reitera de manera sistemática cuando afirma que “ la salud es un derecho fundamental y no un negocio para el sector privado”; negando de tajo, cualquier posibilidad de que el sistema siga siendo un régimen constitucional y legal mixto, es decir, en el que concurran el Estado y los privados. Por ello la reforma esta orientada a cambiar el modelo para que el sistema de salud quede solamente a cargo del Estado.
Como dicen los que saben, no existe en el mundo un sistema de salud que funcione sin presentar deficiencias que afecten su eficacia. Por ello, es indiscutible que no se pueden desconocer las numerosas deficiencias del sistema actual, especialmente en la atención oportuna de especialista;, en la entrega de los medicamentos; en el servicio a los ciudadanos que habitan en la llamada Colombia profunda; en la falta de infraestructura y en el mejoramiento de los Hospitales del tercer nivel. No obstante, es en esas falencias donde se deberían orientar los esfuerzos de la reforma y en acentuar el concepto de la medicina preventiva y familiar.
La evidente debilidad política que atraviesa hoy el gobierno Petro, hace inexplicable tanta intolerancia en evadir el consenso político, cuando las circunstancias fiscales y el estado de los indicadores económicos muestran una grave tendencia a la recesión.
Esta intolerancia caprichosa contrasta con su decisión de separar al señor Rueda de la Alta Consejería para la paz total, aunque no renuncia a su propuesta a pesar de los fundados reparos que esta acumula dentro y fuera del país, reemplazándolo por su antiguo jefe del M19 el señor Patiño.
En estas circunstancias, es claro que el presidente Petro no renucia a su deseo de pretender pasar a la historia, en un claro contexto político latinoamericano en el cual el péndulo político viene girando hacia la centro derecha.
La negativa a aceptar consensos en estas horas de tantas dificultades, es una clara muestra de su personalidad pendenciera y mesiánica; con la cual, por ser el gobernante; aumenta la preocupación, la desconfianza y la incertidumbre.