Por: Fernando Bermúdez Ardila
Escritor e historiador
Nominado premio Nobel de Paz 2010
Esta columna está dedicada a todos los miembros de la policía y ejército que han ofrendado su vida por la patria.
La alcaldesa de Bogotá después de casi año y medio de administración no ha podido entender y aceptar, que ella es la jefe de la policía de la capital del país, o dicho de forma clara, el cargo está vacante.
Debo comenzar por decir qué tanto la institucionalidad de la policía, como al ejército han sido injustamente lapidados por la opinión pública por casos aislados qué miembros de estas, frutos malsanos han cometido, pues la generalidad son buenos hombres y mujeres que se sacrifican y ofrendan la vida por la patria, pero una institución no puede ser calificada por la excepción de la regla sino por la generalidad de ella.
De ser así, nos tocaría entrar a calificar entonces todas las instituciones comenzando por los colegios y escuelas, donde algunos profesores se aprovechan de sus educandos física, verbal o sexualmente.
Al clero, donde han sido ampliamente documentados, demandados, juzgados y sentenciados miembros de la curia por pedofilia.
Clínicas, hospitales y médicos por la mala praxis de algunos miembros del sector de la salud.
Así las cosas, como dije anteriormente, no se puede juzgar a toda una institución por la excepción de la regla sino por la generalidad.
Desafortunadamente sectores de la política del país qué intentan desestabilizar precisamente la institucionalidad, señalan con el dedo inquisidor a todas las personas que cuidan la vida, la honra y los bienes de todos los colombianos, sin excepción alguna. Logrando con ello que la ciudadanía les pierda el respeto, los insulten, golpeen y asesinen, olvidando qué ellos son los agentes del orden, pagados con nuestros impuestos para que cumplan con esa sagrada tarea.
En ningún país, bueno en ningún país civilizado es permitido que un ciudadano ni siquiera le ponga la mano en el hombro o toque a un policía.
Hace poco el ministro de seguridad de Uruguay dijo públicamente y dio la orden “el que me mate un policía que se dé por muerto, el orden es partirlo, no importa donde se esconda no llegue al Juzgado”.
Flaco favor le hace a nuestro país quiénes incitan al desorden, saqueo, vandalismo, y obviamente a faltarle al respeto a las personas que entregan y sacrifican su vida por el bienestar de todos y cada uno de los colombianos, olvidando o mejor desconociendo que ellos son también hijos del pueblo, que tienen madre, esposa y una familia, que son conscientes que cuando salen de su casa, también saben que quizás no regresen.