Diario del Huila

La nociva auto discriminación de una minoría

May 8, 2023

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Por: Gerardo Aldana García

Con frecuencia se escuchan quejas, reclamos y protestas de personas integradas en un colectivo social de minoría frente al régimen de gobierno y el sistema social en el que transcurre la vida nacional, en donde se discrimina a una persona por aspectos como el color de la piel, religión, filiación política, etnia o vocación sexual, entre otros. Es justo reconocer que tal práctica ha marcado la vida de muchos colombianos, como en otras latitudes del planeta. Basta recordar los más aciagos y vergonzosos episodios de esclavitud en procesos de conquistas transnacionales. Otro tanto derivado de invasiones que llevan al traste los derechos de las comunidades sometidas. La xenofobia aún se siente en países que ven al extranjero como alguien que viene a ocupar los espacios de cada nacional. Todo esto es cierto. Pero también es justo y necesario reconocer que el mundo cada día trabaja más y mejor en superar estos flagelos de discriminación, lo cual ha permitido que las minorías cada vez tengas mayores espacios de interacción y respeto con los individuos de un colectivo social determinado. En Colombia, por ejemplo, la administración pública exige el equilibrio de género en la oferta de sus empleos, e invita al sector privado para que concurra de idéntica manera.

La dinámica social y económica de un país como Colombia persuade diariamente a sus afiliados a la democracia de la cual somos parte, a que se respeten los espacios para todos, sin tener en cuenta factores injustamente discriminatorios. En este sentido las oportunidades se vienen equiparando a diario para dar paso a las minorías a fin de que se sientan parte del todo. El ingreso a la universidad que da cupos a indígenas o negritudes es otro ejemplo de consideración con la inclusión social. La entrega de tierras a comunidades indígenas, la autorización de espacios para actividades de comunidades gay, como por ejemplo reinados de belleza y muestras culturales son ejemplos que coadyuvan en este proceso de respeto por los derechos humanos sin distinción. Sin embargo, es sano resaltar que cada día toma más fuerza el hecho de que las oportunidades son dispuestas para el colectivo social general, motivando a que sea el mérito el factor determinante a la hora de tomar una decisión de vinculación laboral, capacitación, becas para el arte, etc. Y esto ocurre bajo la premisa de que, no importa la condición social que tenga el aspirante; en cambio si la aptitud y actitud que posee para atender el reto que propone asumir determinado proyecto o tarea específica.

Por eso no luce bien que representantes de minorías sigan promulgando que son discriminados por razones como el color de su piel, a la hora de que en un proceso selectivo de méritos no son aprobados. Un vivo ejemplo de ello es la actual vicepresidenta de los colombianos cuya elección es prueba fidedigna de que la sociedad la concibió para el cargo, sin importar que fuese miembro de la minoría étnica afrodescendiente en Colombia. Ciertamente, quienes votaron por ella, vieron que lucía tener méritos para su aspiración; seguramente su desempeño en causas medio ambientales y liderazgo comunitario, le valieron para ello. El expresidente de Estados Unidos Barak Obama, al vender su propuesta de aspirante a ocupar la Casa Blanca, no se valió en su condición de ser un hombre de origen africano, sino que, se cifró en la fuerza de su conocimiento, la calidez humana, la empatía de una personalidad vencedora de reservas y conflictos, las que hicieron que el pueblo norte americano le haya elegido mandatario de la más importante potencia del mundo. Y él sigue allí, siendo recordado por multitudes como un verdadero genio, a quién la humanidad respeta y admira.

La señora vicepresidenta Francia Márquez debería cesar ya de su predicado de discriminación por ser negra, la misma que hace extensiva a la muy respetable comunidad afrodescendiente en Colombia y que los afecta pues son gente que trabaja y que puja por los espacios que conquista, en una justa hombro a hombro con los demás miembros del colectivo social. Hemos visto cómo personas afro se quejan de este discurso que luce arcaico para este tiempo, por considerar que tales manifestaciones lo que hacen es señalar en la minoría un episodio que se viene superando sensiblemente. Es una herida que se causa inmerecidamente a un hermano humano cuando se le dice, este trabajo se lo doy por que usted es de piel amarilla o, usted puede entrar a este restaurante por aquí también entran los homosexuales o, usted pude subirse al avión así sea colombiano. Estas cosas simplemente no las hace una sociedad que se comporta de manera igualitaria, sin distinción de ningún orden, una sociedad del siglo XXI.

El tiempo de hoy es el de un mundo plural y por ello hace bien concentrarse en las calidades humanas de la sociedad, lo que permite que cada ser humano coexista en el panorama variopinto de personalidades y convicciones de vida sin padecer ruidos en el fluir de su existencia.

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