Luis Humberto Tovar Trujillo
A los seres humanos se nos mide, por nuestros actos. Así mismo, valoramos las actuaciones de los gobernantes.
Los actos del gobierno y sus gobernantes, inmediatamente, son valorados por los ciudadanos, para determinar, si está conduciendo al pais, a puerto seguro, o, por el contrario, vamos hacia el abismo indefectiblemente.
Asael Mercado Maldonado, Doctor en ciencias políticas y sociales. Profesor investigador en la UNAM, ha expresado como anillo al dedo, sobre el tema.
“La opulencia exacerbada que provoca excesos y excentricidades y el modus operandi del criminal de cuello blanco. Describo los excesos y excentricidades de la élite de poder internacional más famosa del mundo. Y caracterizo el modus operandi del criminal de cuello blanco como una figura de reconocimiento internacional que tiene varios rostros y distintos objetivos, pero el fin es el mismo: usar la organización criminal para desarrollar sus acciones”. (sic)
Me parece oportuno traer a colación las reflexiones, producto de las investigaciones del profesor mencionado, por esa coincidencia, por lo que sucede en nuestro pais, al menos con los anuncios arrogantes, propio del modus operandi del delincuente de cuello blanco.
“Usar la organización criminal para desarrollar sus acciones”.
Es precisamente lo que acaba de hacer el gobernante, reuniéndose con organizaciones criminales, que giran en torno al cultivo de coca, que financian la delincuencia en Colombia, atendiendo al principio, “donde hay coca hay delito”.
Con el cuento arrogante y temerario de ser el presidente, va legitimando esa relacion incestuosa, entre el delito y el gobierno, con el ítem adicional, de utilizar supuestamente “la paz total”, para legitimar esa relacion, pero previamente, y sin medidas cautelares, hacer del narcotráfico el nuevo modelo económico, subterráneo, además, como ha sido el itinerario de su conducta.
Estamos entonces, frente, no una “paz total” sino a una “guerra total”; lo que se nos viene es un nuevo lavadero, una legalización del narco terrorismo, como modelo, y opción de seguridad para la delincuencia y no para la gente de bien; además, como una economía paralela a la del estado, y desde luego, subterránea, como lo estamos viendo con el comportamiento del dólar.
Los altos costos sociales, y económicos, por los niveles hiperinflacionarios que esto produce; mucho circulante, y poca demanda de bienes y servicios.
Consecuencias de “La opulencia exacerbada, que provoca excesos, y excentricidades, y el modus operandi del criminal de cuello blanco”
Es lo que estamos viviendo con aceptar en silencio las reuniones del gobierno con el delito, cuando entre piernas, conduce a un mensaje, de que “el delito paga”, y “muy bien”, con el narcotráfico legitimado.