Julio Bahamon Vanegas
Y nos damos cuenta, además es de que, lo que desea es destruir lo construido.
Fui de los primeros en decir que estaba de acuerdo con la llegada del Dr José Félix Lafaurie como vocero de uno de los gremios mas importantes de la economía del país, Fedegan, que agrupa a la inmensa mayoría de ganaderos, y como distinguido miembro del partido de oposición el Centro Democrático, a la mesa de negociaciones que estableció el nuevo gobierno con la guerrilla del ELN. Sus condiciones de ciudadano de bien, inteligente, competente y defensor del estado de derecho y las libertades, nos permitían mantener la confianza en el proceso.
Inclusive estuvimos de acuerdo con lo que manifestó el jefe del partido y de la oposición, el Dr Álvaro Uribe Vélez, cuando se le consulto esa decisión, expreso que: “Es mejor estar, que no estar”. Algunos no lo entendieron y piensan, de manera equivocada, que su participación en la mesa de diálogos con los elenos es una especie de claudicación de su erguida posición de demócrata integral.
Yo, continúo dándole todo el crédito al Dr Lafaurie.
Sin embargo, en su último escrito el Dr Félix ha dicho que el tema de la Paz Total discutido en el Foro Colombia 2023 promovido por la revista Semana, lo ve, hasta la fecha, como una UTOPIA, sin que eso signifique que la paz no deba ser buscada. A pesar de que “esa búsqueda cobra sentido en una sociedad fracturada como la nuestra y que, por consiguiente debe ser un propósito, el dogma que, al decir de Ortega y Gasset, las partes se entusiasmen para construir un “Acuerdo sobre lo Fundamental” como lo soñó Álvaro Gómez Hurtado”.
Al Dr. Lafaurie le creo su buena disposición para entregarse de lleno a lograr, con los actores de la guerra que han subvertido el orden interno del país, el Acuerdo sobre lo Fundamental. Pero vemos con inmensa preocupación la actitud del propio presidente Gustavo Petro, ya que no encontramos en su propuesta de Paz Total conectividad alguna, ni compromiso oficial para la erradicación de las mas de 300.000 hectáreas sembradas de coca, fuente inagotable de la financiación de toda clase de grupos al margen de la ley, incluidos los grupos disidentes de las Farc. Allí vive el monstruo de Lerna, con sus más de cien cabezas que brotarán de sus tallos sino se cauteriza, definitivamente esa real amenaza que alimenta despiadadamente al crimen organizado.
La actitud del gobierno también riñe con la constitución nacional cuando el mismo presidente Gustavo Petro desconoce, olímpicamente, los mandatos establecidos en el orden interno en materia de prestación y regulación de los servicios públicos domiciliarios, ley 142 de 1994, los quiere manejar a su antojo; riñe, igualmente, cuando pone en riesgo al salud de 52 millones de personas con la reforma propuesta, inventiva que tiene a un tercio de su gabinete en contra, y sermonea cuando de manera errática y totalmente desenfocada la ministra de Minas Irene Vélez, deja ver su absoluta incompetencia al aseverar y confundir a la opinión con sus descabelladas propuestas sobre el futuro de la industria derivada de la exploración y explotación de los combustibles fósiles. El país, como se sabe, no está amenazado por el calentamiento global, porque es evidente que Colombia solamente contribuye con apenas el 0,57% de un total de 41.000 millones de toneladas del CO2 que afecta al planeta. Embuste que le permitió al gobierno echarle mano al control de la estatal petrolera Ecopetrol, y amonesta, cuando afirma entre otras perlas, que “al pueblo hay que mantenerlo pobre, porque cuando deja de ser pobre, se vuelve de derecha”. Por esos motivos existe mucha desconfianza entre lo que se propone y lo que finalmente se está haciendo: Destruir lo construido.