Por: Jaime Felipe Lozada P.
Mentiría si afirmara que Colombia ha obtenido la paz que todos anhelamos (mucho más quienes hemos vivido la guerra en carne propia) en los gobiernos anteriores, es más mentiría si dijera que lo hemos logrado con salvadas y contadas excepciones en muy breves periodos de tiempo desde que somos una república, pero lo que está ocurriendo en el país en materia de seguridad con la llamada «Paz Total» del gobierno que no es otra cosa que negociar con todos los grupos alzados en armas, bandas delincuenciales y carteles del narcotráfico al mismo tiempo y sin condicionamientos claros y verificables es muy lamentable y francamente preocupante, la “Paz Total” promesa electoral y apuesta del entonces candidato y hoy presidente Gustavo Petro para lo único que hasta la fecha ha servido es para el fortalecimiento de la criminalidad gracias al avance territorial de los grupos terroristas, los cuales y gracias a la laxitud del gobierno actual utilizan a sus anchas y en beneficio propio el cese bilateral para fortalecer sus rentas ilegales asociadas al narcotráfico y a la minería ilegal y por ende su accionar militar en detrimento de la tranquilidad del pueblo colombiano, especialmente en regiones como la nuestra en donde la presencia insurgente y debido a nuestra ubicación geográfica ha sido histórica y de profundas y lamentables consecuencias, creo no equivocarme cuando afirmo que ante la imposibilidad de la fuerza pública de adelantar operaciones disuasivas y ofensivas contra las estructuras criminales vastas regiones del país y el Huila es una de ellas están sumidas y capturadas por la delincuencia tanto en lo rural como en lo urbano elevando a niveles dramáticos las cifras de extorsión, secuestro, abigeato y hurtos generando además de la zozobra y el temor mencionados una verdadera contracción en la economía local y la desaceleración y el decrecimiento de sectores de vital importancia para nuestro desarrollo económico como por ejemplo el turístico. Pareciera que el nuevo lema nacional en vez del trajinado “Libertad y Orden” de Santander fuera el de “anarquía y caos”, pues sin un presidente que lidere y entienda que la seguridad es fundamental para el desarrollo de la sociedad, las naciones tienden a sumirse precisamente en eso, en el lodazal del desgobierno y la confusión.
El exigirle a la fuerza pública y a su comandante en jefe que cumpla con el deber constitucional de salvaguardar la vida, la honra, los bienes y la libertad de los colombianos no nos convierte en enemigos de la paz como de manera facilista y diría irresponsable algunos nos tildan, ni mucho menos como parte de una “secta” radical que pretende defenestrar al presidente de la República a través como el mismo lo ha llamado de un “golpe blando” (teoría conspirativa más propia de la ficción que de la realidad), nos convierte en ciudadanos preocupados por la actualidad y el devenir del país, por su estabilidad democrática, por la supervivencia de sus instituciones y como no por la superación del conflicto que cada día se recrudece más. Cuando los colombianos entendamos de mejor manera aquella frase dicha por Winston Churchill ante la amenaza nazi en la segunda guerra mundial “El que se arrodilla para conseguir la paz, se queda con la humillación y con la guerra”, muy seguramente obtendremos la paz verdadera y justa que todos esperamos, ojala más temprano que tarde así sea.
Le puede interesar: Día Mundial del Agua y la paz