Diario del Huila, Ciudad
Por: Hernán Guillermo Galindo
Fotos: José Rodrigo Montalvo
Casi en el corazón de Neiva está una zona en permanente crecimiento donde trabajan comerciantes, rebuscadores y hasta ladrones, que venden repuestos y lujos en almacenes, vías y andenes.
A pocas cuadras del Parque Santander y del edificio de la Gobernación del Huila, en la entrada sur a Neiva, después del puente Río del Oro, sobre la carrera quinta, casi en el corazón de la ciudad está ‘La Playa’ una amplia área en permanente crecimiento, desde hace varios años, que no se caracteriza propiamente por la limpieza ni por el orden urbanístico.
Ahí trabaja el que quiere, donde quiera, donde le salga el cliente. En los andenes, en las calles, en las bahías. No existe autoridad que siquiera intente poner orden en la anarquía total.
Comercio legal y subterráneo
En lo que sí se caracteriza es porque es una zona vital para la venta y comercio de toda clase de repuestos y elementos para el sector automotor de la capital del Huila y para quienes están de paso, urgidos de ser desvarados.
“No existe pieza de carro que falte en este lugar. Todo lo encuentra. Cualquier repuesto, cualquier lujo, cualquier ‘gallo’ tiene solución acá. Aquí no se vara por nada”, comenta Fabián Puerta, que inició de vendedor de mostrador y hoy tiene un pequeño almacén de resortes.
Es una amplia superficie, que no es fácil delimitar, porque cada día nace un nuevo negocio, con novedades o tradicional, pero se puede demarcar entre la avenida Circunvalación y hasta la calle cuarta, comprendiendo la carrera quinta, sexta y séptima.
Colinda con la carrera cuarta, tomada décadas atrás por la venta, comercio y talleres de motos. Y con la zona de las ferreterías y pinturas, que colonizaron la calle cuarta, desde la carrera primera hasta la carrera séptima.
Se llama La Playa, aunque pocos saben cuál sea el origen. Tal vez simulando un sitio similar de Bogotá donde el movimiento es muy parecido, en el populoso barrio Siete de Agosto.
“Empezó a operar, a crecer y coger fuerza hace más de 40 años. Y se llama así porque es territorio de todos y de nadie al mismo tiempo. Como una playa junto al mar, donde cada quien hace lo que quiere y como le parece”, dice Carlos Sánchez, conductor de taxi, que anda en busca de “unos repuestos nuevos o de segunda para reparar la caja del motor”.
A comienzo de los años sesenta comenzó la transformación urbanística y de uso del suelo de la zona, que en principio era residencial, pero de a poco se convirtió en un mundo comercial dominado principalmente por hombres (aunque cada día llegan más mujeres) de todas las condiciones: honrados, trabajadores, mecánicos, profesionales, empresarios, rebuscadores, falsificadores, tumbadores y hasta ladrones.
Y es que penetrar en esta zona es adentrarse a otro mundo para todo aquel que busque cualquier parte o reparación exprés para un auto pequeño hasta una tractomula.
Pero también llegan quienes hace pocas horas les robaron la antena, los espejos o farolas del carro para comprar los mismos elementos al precio que necesite en un mercado negro que mueve millones de pesos diarios, gracias a la demanda de ‘clientes’.
“Aquí vienen a parar sino todas sí buena parte de las piezas de los carros que roban en Neiva. Todo el mundo sabe la trampa, el negocio ilícito, pero nadie hace nada. Vengo porque anoche me robaron las plumillas. Comprarlas nuevas cuestan mucho más de las que seguro me quitaron y ya me traen como usadas y baratas”, comenta Virgilio Gómez, propietario de una camioneta blanca de alta gama.
Negocios formales e informales
Pero no todo es actividad informal en La Playa. Existe también un comercio muy sólido y con todas las de ley que vende pastillas para frenos, discos, amortiguadores, embragues, suspensión, filtros, etc, etc.
“Es una inmensa bodega, una gran tienda de toda clase de almacenes que ofrecen repuestos, partes, lujos y accesorios para cualquier vehículo. Todo dentro de la normatividad y las leyes. Tenemos muchos productos, y estamos seguros de que ofertamos lo que necesita”, afirma Ludovico Tapia, de un local en la carrera quinta con calle tercera.
Claro, también están al acecho el tropel de vendedores informales para brindar toda clase de lujos y ‘gallos’ en tapetes, luces, sonidos, polarización de vidrios, boceles, cinturones de seguridad, bombillos y chapas. Ofrecen y dan consejos de hasta cómo mejorar las condiciones de seguridad del coche.
“Le ayudamos a protegerse de la delincuencia. Le revisamos la alarma, le ponemos una nueva, le reparamos o cambiamos la chapa, patrón”, dice un joven de apenas 20 años, mientras se pelea con un vendedor de memorias y cds con canciones populares que busca captar la atención.
Tan pronto llegan a un acuerdo sobre el precio con el dueño, uno o dos de ellos se ponen manos a la obra y cumplen con rapidez. Lo hacen en plena vía sin importar que obstruyan el tránsito y la pitadera. Es cosa de orillar el carro y listo.
También hay otros negocios y ventas callejeras de personas que viven de La Playa. El que lleva empanadas en canastos; el que invita avena y pastes en un triciclo; la señorita de los tintos; el estacionario que muele caña y vive del guarapo y hasta la muchacha que anuncia con disimulo “un buen servicio”.
También pululan los intermediarios que consiguen el repuesto original en la misma zona o en Bogotá, especialmente, pero también usados en los talleres y algunos almacenes. “Son como nuevos”, dicen, y al menos de eso queda convencido el paisano.
“En cada cuadra le ofrecen lo que busque. Lo tengan o no. Porque, de todas formas, original, de segunda, ‘chiviado’ o mandado a hacer seguramente encontrará o le fabricarán lo que necesite”, señala Milton Cordón, comisionista, y se ríe de la ocurrencia criolla.
Mientras sigan circulando carros y dueños con la tarea de hacerlos andar y embellecer siempre encontrará en La Playa un ejército de personas atenta a mantenerlos con lo original o hasta ilegal, de usted depende.
“Del sector se dicen muchas cosas, buenas y no tan buenas, y en algunas hay razón, pero la garantía de encontrar prácticamente sin falta lo que sea que necesite le sigue dando protagonismo por encima de lo que sea y de lo que se diga”, opina Claudio Sánchez, revendedor, y se aleja cuando entiende que no andamos en busca de ningún repuesto o accesorio, claro, porque aquí todo se mueve al ritmo diario del dinero.
Opines
Le preguntamos a los Neivanos si conocen y saben qué negocios se mueven en la denominada “Playa” en pleno centro de la ciudad.
Esto nos comentaron:
Víctor Polanía- Artesano: Claro que sé que existe y todo lo que se mueve allí. Esto no es otra cosa distinta que el reflejo de la sociedad en la que vivimos. Muestra lo que somos, desde lo trabajadores, hasta el lado negativo como la corrupción.
Reynel Romero- Contador: Conozco de hace años la Playa, he tenido que ir dos veces para recuperar cosas que perdí en mi carro. La primera recuperé los espejos y en la otra el pasacintas.
Luis Sabik- Locutor: Es un lugar en donde lo desvaran a uno con alto o bajo presupuesto. Se encuentra lo que se necesite en materia de repuestos y elementos para como dicen “engallar” el carro. Yo he ido, pero con el mecánico que es el que sabe a quién comprarle.
Ricardo Castro- compositor y cantante: Es un lugar importante en la ciudad porque genera empleo y de paso dinamiza la economía en la ciudad. Son muchas las familias que viven de los recursos que se mueven a diario allí.