Todos hablamos del aumento de la pobreza en forma superlativa en Colombia; pero nadie se ocupa del problema de la pobreza de nuestros gobernantes.
Creo que lo uno es la consecuencia de lo otro; a la dirigencia política le interesa mantener los niveles de pobreza de la sociedad, que muchos dicen han llegado a niveles insospechados del 40%, motivados fundamentalmente por la pandemia, (plan demoniaco), y las llamadas tomas guerrilleras financiadas por el narcotráfico, de reciente aparición, como programa de gobierno de la extrema izquierda radical.
Mientras se tengan altos niveles de pobreza, la desesperanza de la sociedad, perdida por esa pobreza mental de los gobernantes elegidos, se mantendrá y, continuaremos en ese círculo vicioso, sin salida alguna, distinta a erradicar la causa de la enfermedad.
Pero por sobre todo la enfermedad endémica que impide el mejoramiento de esas condiciones que, nadie tiene interés específico en erradicarlas, es la corrupción.
Todos evidencian y prometen el cielo y la tierra en acabarla, o como decía un expresidente “reducir a sus justas proporciones”.
Mientras exista ese estado de indeterminación para perseguirla, desde el mismo gobierno, desde sus gobernantes, en luchar contra ella y, “reducir a sus justas proporciones”, el narcotráfico, es una manifestación de esa connivencia mafiosa entre el Estado (Estado mafioso), la gasolina de la corrupción como elemento esencial de la pobreza.
La inseguridad aumenta proporcionalmente en la medida del aumento de los niveles de pobreza; es directamente proporcional a ella.
Más grave aún, cuando los impedimentos, según dice el gobierno, para erradicar el narcotráfico, provienen desde las altas esferas de la justicia colombiana, en el famoso gobierno de los jueces, aberración institucional y castración de la Tridivision del poder en Colombia, negándose de paso que, la responsabilidad en la seguridad de los ciudadanos y la lucha contra el delito es exclusiva del gobierno, máxime, como se ha dicho que, el sustento del impedimento es un estudio no probado, de un organismo que en su época, obedecía instrucciones del gobierno del pacto mafioso que gobierna a Colombia.
Actualmente, solo nos debemos a ese pacto mafioso, porque existe una incapacidad generalizada del gobierno, pese a sus compromisos de campaña, de liberarnos de la mafia, pareciera que ese pacto delincuencial tuviera un imán o pareciera estar en un remolino que atrae al gobernante, demostrando servir intereses distintos a los del pueblo colombiano que lo eligió.
En esas condiciones, estamos frente a más traiciones, más incompetencia, más pobreza mental de los gobernantes en todos los órdenes, como cambiar el día de año nuevo por decreto.
