Durante el mes de octubre el país será anfitrión por primera vez de la Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica, o COP16. Tiene todo el sentido que lo seamos, Colombia es uno de los países más ricos en términos naturales en el mundo. De hecho, compartimos con Brasil el primer lugar de biodiversidad a nivel global. Somos el país número 1 en diversidad de aves, segundo en diversidad de plantas, anfibios y mariposas, tercero en diversidad de reptiles y cuarto en diversidad de mamíferos. La responsabilidad que tenemos los colombianos con la naturaleza es grande, y debido a esto los ciudadanos no deberíamos ver la COP16 como un simple evento diplomático más, ni mucho menos permitir su minimización o manipulación como medio para favorecer los intereses de una u otra orilla política.
Este evento, que sucederá en la ciudad de Cali, representa una oportunidad ideal para impulsar la economía nacional, incentivando a los líderes del futuro y atrayendo inversión extranjera en busca de financiar proyectos orientados hacia una economía más limpia. Sin importar nuestra orientación política o preferencia de modelo económico, la realidad es que estas iniciativas son cada vez más atractivas para los fondos de inversión y los recursos destinados para la Cooperación Internacional y, gerenciadas correctamente, terminan generando más empleo y presupuesto para el desarrollo de nuestro país.
He notado que la politización de este evento -tanto desde el gobierno como por la oposición- limita a los ciudadanos en maneras difíciles de percibir de abrir el panorama hacia oportunidades de inversión que podrían beneficiar nuestras fuentes de energías limpias. Alojar la COP16 es como jugar un Mundial de Fútbol de local; el impulso económico y la proyección internacional es enorme si el evento es bien ejecutado. ¿Recuerdan el Mundial Sub-20 del 2011 en Bogotá y cómo evolucionó esa generación de James, Muriel y ‘Santi’ Arias?
Los ciudadanos y los emprendedores orientados hacia la economía de impacto tenemos mucho que ganar. El país podría potenciar su estrategia de innovación en energías renovables que comparten tanto el actual como el anterior gobierno y que impacta a todos los ciudadanos.
En lugar de ver la COP16 como un evento burocrático, o como otro título más para atacar o defender posturas políticas, podríamos aprovechar sus mecanismos de financiación para apoyar a las comunidades más vulnerables e impulsar nuestra consciencia y economía local.
Si algo podemos aprender de esta oportunidad de gestionar la COP16, es que la transición hacia economías más limpias no es solo responsabilidad del gobierno de turno, y por ende, tampoco debemos permitir que sea el ejecutivo quien se apropie de estos eventos como bandera política. Las empresas privadas y los emprendedores debemos reflexionar sobre cómo producimos y cómo cuidamos nuestro entorno. Aunque a veces parezca insuficiente, la realidad es que cada esfuerzo suma.
La COP16 es una oportunidad de oro para generar mayor consciencia ambiental. Alejémonos del juego político de terceros; recae en nosotros seguir construyendo un futuro sostenible y aprovechar estas oportunidades en pro del bienestar de nuestras comunidades y de la biodiversidad que nos representa.
Con el aroma de un café Entorno, los saludo,
Santiago Ospina López.
