Como en la primavera árabe, desde el año 2019 ha surgido un movimiento latinoamericano con efecto dominó, por medio del cual los habitantes de países como, Ecuador, Chile, Bolivia, Perú y Venezuela han venido expresando masivamente su descontento por el estancamiento, desgaste y mal manejo de la economía, que han dado los gobiernos de turno, así como por los niveles de corrupción y los deficientes resultados obtenidos en la gestión de la pandemia. Aunque también vale decir, que hay causas particulares para el descontento en cada país, y que algunos gobiernos lo han abordado con más inteligencia, seriedad y oficio que otros.
En este contexto, llama poderosamente la atención las protestas que se han venido gestando en los últimos días en Cuba, por la tenacidad de sus promotores, quienes ponen en serio riesgo su libertad, incluso su integridad física. Para nadie es un secreto la capacidad de represión de la que siempre ha hecho gala el gobierno de los hermanos Castro, para controlar los brotes de inconformidad con el régimen impuesto. El deterioro de la economía de la isla por el coronavirus que afecta gravemente la economía, la escasez de alimentos y productos básicos de la canasta familiar en los supermercados del estado, los largos y continuos apagones eléctricos, son el combustible que alimenta esta incipiente protesta, que, con seguridad, seguirá creciendo sin control y pondrá al régimen contra las cuerdas.
En Colombia la gota que rebozo la copa, fue la reforma tributaria radicada por el actual gobierno, pero es claro que este fue el florero de Llorente, porque claramente, detrás de esta causa, subyacen peticiones desatendidas por décadas, por parte de los gobiernos de turno, y que tienen que ver el crecimiento desbordado de la pobreza extrema, el desempleo y la falta de oportunidades para los jóvenes, las dificultades de acceso a educación superior para las personas de menores ingresos, la corrupción, entre otros. Hasta ahora no se vislumbra una respuesta seria a los requerimientos de los ciudadanos. Hay que pensar en soluciones creativas e innovadoras, de igual manera y para avanzar, se requiere sacar del escenario el fantasma del “castrochavismo” y por supuesto, la respuesta con mano dura que enardece los ánimos y nos deja mal parados frente a la comunidad internacional. Es hora que el gobierno nacional, la clase política y los gremios muestren su liderazgo, y su compromiso para resolver de fondo la crisis.