Diario del Huila

LA RECTA FINAL

Ago 10, 2024

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ERNESTO CARDOSO CAMACHO

Como hemos visto en las diversas y emocionantes competencias olímpicas, muchos medallistas han conseguido las preseas doradas o de plata o de bronce, exigiéndose a fondo en la recta final o en las series definitivas de las diferentes disciplinas.

Desde luego el parangón con el ejercicio del gobernante vale la pena para pretender aproximarse a visualizar cuál va a ser realmente el trofeo al que aspira o que desea obtener.

Me refiero en particular al presidente Petro, en el claro entendido que a partir de ésta semana empieza su propia recta final del período para el cual la democracia le otorgó su oportunidad de ejercer el poder presidencial.

Los balances acerca de los logros de un gobernante siempre presentan dificultades que se deben superar, si se desea un juicio de valor objetivo y ponderado, ajeno a fanatismos ideológicos o de prejuicios sobre la persona. Para el presente caso, lo primero es procurar establecer cuál ha sido el contexto económico, social y político en el cual el candidato Petro obtuvo su triunfo electoral con el apoyo de un poco más de 11 millones de electores.

Para ello, conviene recordar que es el primer candidato que por su origen ideológico de izquierda radical, matizado de social democracia, ha logrado imponerse al llamado establecimiento que, soportado en los principales partidos históricos o de sus conocidas variantes, ha gobernado la Nación colombiana desde los albores de la República.

Por otra parte, el contexto económico en que se ha estado moviendo la globalización el cual ha generado inevitable deterioro de los sistemas democráticos por causa de los crecientes desajustes sociales; la inversión de valores éticos y morales que han sido pilares de la cultura colombiana; las secuelas de la endémica violencia que nos ha caracterizado; el narcotráfico y su consecuente penetración en todos los niveles sociales que alcanzaron las más altas estructuras institucionales; en fin, diversos y complejos fenómenos sociales que favorecieron la propuesta de cambio enarbolada por el llamado Pacto Histórico. No obstante, quizá la mayor oportunidad que favoreció dicha propuesta de cambio, radica en la cada vez mayor desconfianza y rechazo de

los ciudadanos hacia los políticos y sus respectivos partidos, infestados de clientelismo derrochador y corrupto.

No es en vano que los colombianos nos vimos abocados a escoger entre dos opciones parecidas en algunos aspectos aunque diametralmente opuestos en otros. Me explico. El candidato Hernández soportado en su personalidad agresiva y pendenciera que no ofrecía antecedentes de ser un estadista; pero que coincidía con

´Petro en su radical discurso antipolítico y anticorrupción; al tiempo que Petro ofrecía un cambio económico y social pero sus antecedentes en la Alcaldía de Bogotá no ofrecían tampoco garantías de honradez ni buen gobierno.

En este claro escenario muchos colombianos se inclinaron por la propuesta del cambio ofrecido por Petro, a pesar de sus antecedentes de militante del M19, en una especia de salto al vacío, hastiados de la clase política que sin vergüenza alguna buscaba mantener sus privilegios eligiendo a Hernández.

Los dos primeros años han sido útiles para visualizar lo que nos espera en la recta final.

Un gobierno que ha sido muy inferior a sus propias expectativas, acorralado por el fanatismo ideológico, improvisador y derrochador de los escasos recursos, combatiendo a la clase política en el discurso al tiempo que sobornándola con mermelada burocrática y con groseros sobornos, ahogado en escándalos de corrupción, mientras que sus escasos logros de equidad social no alcanzan para calificarlo con una nota siquiera regular, es decir, ha perdido los dos primeros años en cazar peleas ideológicas cuando su compromiso con el pueblo que tanto invoca, sigue esperando el cambio prometido.

Quizá lo más protuberante del evidente desencanto se localiza en la llamada paz total; en la equivocada concepción de la defensa a ultranza de los recursos naturales combatiendo las explotaciones de minerales estratégicos como el gas y el petróleo, los cuales aportan sustanciales recursos al presupuesto nacional y fomentan el desarrollo nacional. Pero sin duda el mayor desgaste y consecuente desencanto se localiza en los escándalos de corrupción; en la escalada de violencia e inseguridad; y en su quimérica propuesta de pretender salvar al planeta con su estribillo de supermán ambientalista.

Pues bien. La recta final viene cargada de la permanente incertidumbre. Ya no parece insistir el presidente en convocar al poder constituyente para su eventual reelección o extensión de su período. Ahora regresa al Gran Acuerdo Nacional donde su obsesiva ideologización polarizante no permite visualizar resultados favorables, mientras acentuará su apuesta política de consolidar el Pacto Histórico como una nueva fuerza que predomine en el congreso próximo y busque elegir a uno de los suyos en el 26.

Como siempre el tiempo será el mejor referente para poder juzgar esta recta final.

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